El papa Francisco llamó hoy a “no prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro”, durante una misa en la basílica de San Pedro a la que invitó a decenas de sintecho y voluntarios.
“Para Jesús no hay que ir detrás de quien dice que el final está cerca, que ‘está llegando el tiempo’. Es decir, que no hay que prestar atención a quien difunde alarmismos y alimenta el miedo del otro y del futuro, porque el miedo paraliza el corazón y la mente”, indicó durante la misa por la III Jornada Mundial de los Pobres.
El pontífice, que instituyó él mismo esta celebración, repasó el Evangelio para defender lo esencial, la importancia de Dios sobre los templos, por fastuosos que sean, pero también las personas por encima de “los reinos y los asuntos de la humanidad” y mundanos.
En este sentido, explicó que Jesús de Nazaret ya advirtió de dos tentaciones, las prisas y “la tentación del yo”.
Sobre la primera, Francisco habló de esas personas que siembran el alarmismo, a las que no hay que prestar atención.
“Cuántas veces nos dejamos seducir por la prisa de querer saberlo todo y ahora mismo, por el cosquilleo de la curiosidad, por la última noticia llamativa o escandalosa, por las historias turbias, por los chillidos del que grita más fuerte y más enfadado, por quien dice ‘ahora o nunca'”, inquirió.
Por ello, lamentó que “atraídos por el último grito no encontramos más tiempo para Dios y para el hermano que vive a nuestro lado” y, con esas prisas, a veces se omite que “las distancias aumentan, que la codicia de pocos acrecienta la pobreza de muchos”, denunció.
“¡Qué verdad es esta hoy! En el afán de correr, de conquistarlo todo y rápidamente, el que se queda atrás molesta y se considera como descarte. Cuántos ancianos, niños no nacidos, personas discapacitadas, pobres considerados inútiles”, exclamó.
El pontífice argentino también advirtió sobre “la tentación del yo” e invitó a “hablar la lengua de Jesús, la del amor, la lengua del tú”.
“Cuántas veces, aun al hacer el bien, reina la hipocresía del yo: hago lo correcto, pero para ser considerado bueno; doy, pero para recibir a cambio; ayudo, pero para atraer la amistad de esa persona importante”, criticó.
Francisco, como viene haciendo desde el inicio de su pontificado, volvió a poner a los pobres en el centro de su Iglesia.
“Entonces, más que sentir fastidio cuando oímos que golpean a nuestra puerta, podemos acoger su grito de auxilio como una llamada a salir de nuestro propio yo, acogerlos con la misma mirada de amor que Dios tiene por ellos”, pidió.
Son “el tesoro de la Iglesia” porque “nos revelan la riqueza que nunca envejece, la que une tierra y cielo, y por la cual verdaderamente vale la pena vivir: el amor”, concluyó.
Una vez concluida la misa y tras el rezo del Ángelus dominical, Francisco almorzará en el Aula Pablo VI con 1.500 pobres llegados de varias diócesis de Italia, especialmente de la de Roma.
Precisamente esta misma semana, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres, ha inaugurado un centro de acogida para sintecho en un palacio propiedad de la Santa Sede, a pocos metros de la columnata de la plaza de San Pedro del Vaticano. EFE