(Foto archivo El Carabobeño

Alberto Mendoza tuvo que tomar decisiones. Tras dedicarse por más de ocho años como administrador en una alcaldía de Carabobo, renunció a su cargo. Era un empleo que le gustaba, pero que no le generaba los ingresos necesarios para mantener a su familia. El es parte de las estadísticas de quienes reciben un salario que se destruyó en más de 70% durante 2020.

El 13 de marzo, cuando inició la cuarentena en el país, él cobraba 400 mil bolívares mensuales que equivalían a 5,14 dólares, según la tasa de cambio del momento que era de 77 mil 763,37. Para ese entonces ya tenía años en la miseria porque, de acuerdo al Banco Mundial, una persona que gane menos de un dólar al día está en situación de pobreza, y él apenas recibía 17 centavos de dólar diariamente.

Pero conforme pasaron los meses todo empeoró para él y para todos los venezolanos que dependen de salario mínimo. El economista y profesor de la Universidad de Carabobo (UC), Carlos Ñáñez, aseguró que desde marzo, cuando comenzó el aislamiento producto de la pandemia, ya el país ostentaba cifras de inflación y deterioro del Producto Interno Bruto (PIB) que lo ubicaban como una economía abiertamente en estado de colapso y emergencia sin haber pasado por un evento bélico o por una tragedia de índole natural.

Crónica de la depresión del salario

En octubre, luego siete meses de cuarentena, aumentos de precios de los productos básicos y la imposibilidad de Alberto de vender en la oficina las tortas que su esposa hace y con lo que solía rebuscarse, decidió renunciar a su cargo para invertir su liquidación en acondicionar parte del garaje de su casa en un local para vender dulces.

No fue fácil. Pero lo que cobraba seguía haciéndolo cada día más pobre. En ese momento los 400 mil bolívares de salario representaban apenas 0,71 centavos de dólar al mes con un tipo de cambio de 436 mil 967,37 bolívares por dólar. Era imposible sobrevivir.

Un mes después, todo se complicó. “En noviembre nuestra realidad tiene que ser analizada desde dos sucesos, porque fue el mes del pico de la devaluación monetaria en el país al pasar a medir el tipo de cambio en millones de bolívares y se dio un proceso de depreciación de 98%”, explicó Ñáñez.

Al comienzo de noviembre el dólar se cotizaba en 514 mil 547,02 bolívares y a final del mes estaba en un millón 23 mil 263 bolívares, con un salario de un millón 200 mil bolívares y que no fue anunciado por ninguna autoridad económica  o relacionada al Ministerio del Trabajo de Nicolás Maduro, además de no estar en Gaceta Oficial alguna, pero que derivó del monto que recibieron los jubilados.

“Este nuevo salario, que ya es irrelevante, dejaba el salario, al inicio de noviembre, en dos dólares con 33 centavos. Pero a finales del mes, en menos de 30 días, se dio una devaluación de 98% que supuso que el valor de paridad del salario mínimo se ubicara en un dólar con 17 centavos. Así se colocó a la población en altísimos aprietos porque para ese mismo mes la canasta básica en la república era de 250 dólares, con lo que se requerían 214 salarios mínimos para poder cubrirla”.

Pero no todo terminó ahí. Aunque en diciembre el dólar ha bajado de precio respecto al bolívar, eso no significa una recuperación de la economía. “Sencillamente hubo una manipulación del mercado económico, de parte del Banco Central de Venezuela (BCV) con la colocación de divisas en el mercado para poder ralentizar el crecimiento de su precio. Esto con un salario de un millón 200 mil bolívares daba cuenta de un sueldo de un dólar con 26 centavos a inicios de diciembre”.

El bolívar: Una moneda tóxica

Cuando Alberto decidió montar en su casa el negocio de dulces con su esposa, sabía que los precios debía fijarlos en dólares. Para él, así como para la mayoría de la población, no hay otra manera de sobrevivir en un país en el que 80% de las transacciones se hace en divisas.

Y es que el bolívar se convirtió en una moneda “repudiable y tóxica” porque le fueron extinguidas las cualidades propias que son la reserva de valor, la capacidad de ser patrón de cambio y la unidad de registro contable.

Es lo que Ñáñez definió como la muerte del bolívar como institución social. “Está siendo demolido, destruido por la existencia de una hiperinflación y una política monetaria absolutamente ausente en términos de favorecer en equilibrio al fomento de la producción y en beneficio del PIB”.

A esto se suma que el fenómeno de ajuste de precios en Venezuela no obedece únicamente a la devaluación del tipo de cambio, sino que tiene un conjunto de variables que reside en la emisión desordenada de bolívares que hace el gobierno de Maduro para poder financiar y monetizar el conjunto de bonificaciones por la vía de transferencias.

Todo esto indica que Venezuela cerrará el 2020 con una contracción estimada de su PIB de entre 25% y 30% del tamaño de la economía, de acuerdo a los cálculos de Ñáñez.  En 2021 la economía será 70% inferior a la de 1999 y representará una quinta parte de lo que era en 2020.

Dolarización: Un imposible en Venezuela

Para Alberto, lo más lógico es que la economía venezolana se dolarice porque es la moneda que más se usa, aunque no sea la de curso legal. Pero es un proceso que no se dará.

Además de requerirse la evidente reforma de la Constitución, existen muchas otras variables que lo impiden. “Las limitaciones ideológicas que están en la cabeza de Nicolás Maduro y su equipo económico entenderían esa reforma como una camisa de fuerza que el gobierno no está dispuesto a tolerar. Se cerraría la brecha de libertades que ha tenido para poder financiar su macilento aparato público y el déficit fiscal que ha producido una expansión del gasto público proveniente de un conjunto y una batería de bonificaciones que se dan en el país”.

Un ejercicio básico explica que es imposible la dolarización en el país. Si los sueldos de los trabajadores de la administración pública, como el de Alberto, y los bonos que se otorgan de forma deliberada, se equiparan en divisas, se necesitarían ocho mil millones de dólares. “Y la república recibirá en 2021 un estimado de cinco mil millones de dólares en ingresos. Es evidente que no hay capacidad para dolarizar salarios en la administración pública porque la privada desde hace tiempo da compensaciones en moneda dura para garantizar la permanencia de su personal y talento humano”.

Esto se traducirá en que los cargos públicos del país quedarán desmantelados porque los sueldos son irrisorios y los profesionales no tienen ningún estimulo para seguir acudiendo a sus puestos de trabajo.

Un 2021 con expectativas negativas

El panorama económico no es alentador para 2021. En términos puntuales ya Venezuela se enfrenta a 80% de pobreza extrema porque no hay capacidad de comprar la canasta alimentaria de una dieta de dos mil calorías.

Y el próximo año esto se radicalizará gracias a lo que Ñáñez definió como un proceso malévolo y cíclico de destrucción del dinero y de cualidades del bolívar.

Ante esta realidad se ha asomado la posibilidad de una nueva reconversión monetaria. “No se sabe cuántos ceros se le quitarán al bolívar, pero también se habla de incorporar una unidad monetaria distinta a la nuestra y acuñada por el BCV, que coexista con el dólar. No se tomaría en cuenta que el gobierno no tiene ningún grado de confianza porque la reconversión de 2018 duró menos de 12 meses al no lograrse monetizar a la economía en términos de efectivo”

Todo indica que historias como la de Alberto se repetirán en 2021, que el bolívar seguirá su proceso de devaluación y el salario su camino hacia la destrucción.




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