La escasez de gasolina en Valencia sigue afectando a miles de usuarios que pernoctan en las colas cada vez más desesperados.
El las bombas dolarizadas el suministro ha sido más constante, aunque las kilométricas filas demuestran que no ha sido suficiente. En las colas subsidiadas las personas saben que el suplicio no ha terminado: la gandola no llega desde hace dos semanas.
Boris Bordonez tiene 18 días aguardando en una hilera de carros extendida por la avenida Michelena. Después de la primera semana de espera dejó de ver a los funcionarios policiales que custodiaban la estación, pero el fin de semana pasado, cuando los oficiales hicieron presencia, supo que por fin había llegado la gasolina.
La angustia de Bordonez no acabó. A las 2:00 pm del domingo la bomba se había quedado seca y la cola no había avanzado. “Hicieron lo que les dio la gana. Apenas ocho personas de la cola pudieron llenar sus tanques, el resto de la gasolina se la acabaron entre los VIP y los policías”.
Caso similar sucedió en la PDV Llano Petrol de Guacara donde la fila supera los 350 vehículos. “Llegó anoche y hoy en la mañana pero la cola está muy lenta”, señaló Daniel Duarte, quien denunció que carros que no estaban en la cola. “Adelante pasan hasta de a 30, puros coleados, mientras aquí atrás esto corre muy lento”.
Gasolina premium no alcanza
En gasolineras a 0,5 centavos de dólar el litro, la gasolina tampoco alcanza, aunque las gandolas han despachado con mayor frecuencia.
La mañana de este lunes en la avenida Bolívar de Valencia colas de tres estaciones casi se encontraban. Las estaciones Ceiba y Guaparo estaban esperando por combustible, mientras en la E/S Prebo habían llegado dos gandolas sin que la fila avanzara. “Aquí hay personas desde el jueves que no han podido llenar. El sábado llegó gasolina pero no alcanzó y hoy llegaron dos gandolas pero seguimos esperando que avance la cola”, comentó un usuario.
En la misma fila Antonio Distola le hacía el relevo a su esposa, deseando que el cansancio no le pase factura: no quería que las horas de esperas fueran en vano. “El agotamiento venció y mi señora se fue para la casa. Ahora yo me quedo, resistiendo, porque no podemos aflojar”.