(Foto AFP)

El diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, que según las encuestas llegará a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de octubre, enarboló la bandera de la lucha contra la corrupción para «rescatar» a Brasil, al lanzar este domingo su candidatura ante miles de partidarios reunidos en Rio de Janeiro.

«Mi candidatura es una misión. Si estoy aquí es porque creo en ustedes, y si ustedes están aquí es porque creen en Brasil», proclamó Bolsonaro ante la convención del Partido Social Liberal (PSL), centrando el foco en los escándalos que en estos últimos años pusieron en el banquillo de los acusados o llevaron a la cárcel a decenas de dirigentes de casi todos los partidos, de izquierda o de derecha.

«Precisamos elegir a un hombre o una mujer honesto, que tenga a Dios en su corazón y que sea patriota», proclamó este excapitán del Ejército, nostálgico de la dictadura militar (1964-85), ante unos 3.000 seguidores que gritaban «¡Mito, mito!».

Bolsonaro, de 63 años, estuvo sentado en la tribuna junto a la abogada Janaina Paschoal, una de las impulsoras del impeachment que en 2016 destituyó a la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, mencionada como su posible vicepresidenta.

– «Ficha limpia» –

«Tal y como está nuestro país, Bolsonaro es la persona que puede hacer la diferencia. Es nuestra esperanza porque no está involucrado en corrupción y es una persona íntegra, sincera», dijo Gilmar Jasset, un conductor de autobús de 35 años, que llegó a la cita disfrazado de su candidato, con la cinta presidencial.

El público que se acercó al centro de convenciones era heterodoxo: conservadores evangélicos, personas de clase media, policías y militares, hasta habitantes de favela hartos de la violencia.

Muchos ven al excapitán como un salvador, un hombre de «ficha limpia», capaz de rescatar a un país hundido en la crisis política, económica y social y hastiado de la corrupción.

Cristiano Pereira, vecino de 32 años de la violenta Baixada Fluminense de Rio, cree que Brasil necesita un hombre con «puño firme», que permita -como Bolsonaro lo promete- el porte de armas para que «si alguien viene a robarte, se lo piense dos veces porque estás armado».

«Necesitamos un cambio en nuestro país y la única persona competente es él. Una persona de derechas, que defiende a la familia, la democracia, la igualdad y que tiene la ficha limpia», dice Sueli Bonavita, una dentista de 64 años.

– Las encuestas –

Bolsonaro tiene garantizados más votos hoy que ningún otro candidato, a excepción del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, preso por corrupción desde hace cuatro meses, y cuya candidatura será muy probablemente invalidada por la justicia electoral.

Pero eso no es suficiente para ganar los comicios más imprevisibles de la historia moderna del país.

El exmilitar, conocido por sus exabruptos racistas, misóginos y homofóbicos, parece haber tocado un techo, pese a haber conseguido vencer las reservas de varios sectores sociales, incluyendo los medios empresariales.

En su discurso del domingo, se dijo favorable a privatizar empresas, incluso «algunos brazos» de Petrobras, aunque admitió que no es ducho en economía y que confía para tratar esos expedientes en su asesor, el economista ultraliberal Paulo Guedes.

Mientras Lula no deja de sobrepasar el 30% de intenciones de votos, Bolsonaro no logra llegar al 20%, incluso en escenarios que no cuentan con el líder de la izquierda. Y, en simulaciones de segunda vuelta, sería derrotado por todos los candidatos, según Datafolha.

Sin un vicepresidente de otro partido, Bolsonaro tendría apenas 8 segundos en cada bloque de propaganda gratuita de radio y televisión de la campaña, ya que el PSL es una formación pequeña.

Eso podría restar visibilidad al candidato, aunque este enemigo de la prensa tradicional y de sus supuestas «fake news» asegura que no está preocupado, porque millones de brasileños siguen su frenética actividad en las redes sociales.

A la espera de que se verifique la solidez de los sondeos, el «fenómeno» Bolsonaro mantiene en vilo a Brasil, después de la experiencia de Donald Trump en Estados Unidos.

De hecho, la figura del presidente estadounidense «estaba» en la cita de este domingo: un seguidor vestido de traje se colocó una careta con su rostro y fue paseándose por el auditorio que lo aplaudía.




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