Vamos a hablar claro. La última elección respetable que se realizó en Venezuela fue en 1998. De entonces al revocatorio del 2004, se celebraron elecciones y referendos que si bien no fueron fraudulentos, si fueron irrespetados por el ventajismo del régimen chavista. Y desde el revocatorio del 2004, todas las votaciones han estado manchadas por el fraude, unas más que otras, sin duda.

Venezuela era el país con más elecciones en el mundo

Ahora bien, según la retórica oficial, Venezuela era el país con más elecciones en el mundo, prueba irrebatible, según esa retórica, de la naturaleza democrática de la llamada «revolución». No importa claro está, que las tales elecciones fueran un monumento al fraude continuado. Siempre se podían conseguir unos «expertos» internacionales que convalidaran las cosas, o al menos que hicieran un «balance apropiado» de los comicios y referendos.

Y ahora esa «. Así, sin más ni más. ¿Qué pasó? Muy sencillo. Antes la hegemonía tenía unos niveles de respaldo que –con los aderezos del caso, permitía «legitimar» su poder despótico. Ahora tiene unos niveles de rechazo que hacen demasiado peligrosa cualquier consulta popular, así se lleve a cabo por las malas o las peores. Por eso no hay elecciones a la vista. Por ahora…

Los propios técnicos de la MUD descartan que haya elecciones regionales en el primer semestre del 2017, y si no las hay ahora, la hegemonía se las arreglará para que tampoco las haya después. Ya se “peinaron” la solicitud de referendo revocatorio para el 2016, y de paso los comicios regionales previstos para el pasado diciembre. Y no pasó nada.

Se montó la tramoya del diálogo para convalidar la no-realización de consultas populares, y en ese tortuoso camino andamos. Maduro y los suyos no se quieren contar, y eso incluye, de manera especial, a los gobernadores rojos que provienen del sector militar. Son los que más le temen a cualquier comicio, así sea amañado, porque como dice el refrán popular: se pueden quedar sin el chivo y sin el mecate.

Todo esto lo saben Rodríguez Zapatero, Samper y la comparsa que ayuda al continuismo de la hegemonía despótica y depredadora que destruye a Venezuela. Por eso tienen razón los obispos en el reciente documento, donde exhortan a un cambio profundo en la orientación del país, que se fundamente en la expresión soberana del pueblo. Y eso se llama elecciones. Justo lo que no quieren los que antes sacaban la cuenta de las votaciones teledirigidas del siglo XXI.

 

 

 




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