A tu custodia quedan mis labios apretados
quedan mis incisivos
colmillos
y molares
queda mi lengua
queda mi discurso
pero no queda en cambio mi garganta
en mi garganta empiezo
por lo pronto
a ser libre
a veces trago la saliva amarga
pero no trago mi rencor sagrado”

Oda a la mordaza.

La cultura del adjetivo ha sido por años la política del régimen chavista y de su continuidad madurista. Adjetivizar al adversario para extirparle su personalización y cometer contra el contrario toda suerte de indignidades es una práctica no solamente propia en la esfera política sino también para buscar un enemigo externo, haciendo yuxtaposición con el sentido connaturalmente fascista de quienes nos gobiernan.

Así la neolengua totalitaria les ha sido útil para imponer neologismos “Guerra económica” frente a incapacidad de producir eficiencia y estabilidad, dólar criminal como un vis a vis del absoluto abandono de la política cambiaria que le permita morigerar sus fallas en materia cambiaria y el sostenimiento de fallas base como lo son el financiamiento de Pdvsa hacia el BCV y la expansión de la liquidez irresponsable con fines deficitarios. He allí las fallas de base, esta semana que recién culmina vimos como los tipos de cambio oficial y paralelo se igualaron y desde allí comenzaron sus sendas alcistas, llama poderosamente la atención la conducta del tipo de cambio oficial y su impacto en los precios e ingreso real.

Si en 2022 inició con el estribillo de “Venezuela se arregló”, el 2023 inicia con la expresión de “Venezuela se hartó”, las calles son un hervidero de personas solicitando reivindicaciones salariales. Decía Séneca: contra todo puede el hombre menos contra el hambre, salarios de educadores, profesores, médicos y profesionales de la administración pública se han trocado en engendros numéricos absurdos, en crueles nominalidades para el pago de algo liquido que viene de billeteras virtuales en un país con precios realmente fijados en dólares. Nunca antes habíamos sido tan desiguales como ahora.

En estos frenéticos años de payasos, dictadores y artistas hemos pasado de criminalizar el simple dicho de la cotización del dólar, a giros en el lenguaje que sencillamente nos dejan en paroxismo cuando la moneda del imperio se volvió una válvula de escape, según Maduro, y al momento en el cual la flotación sucia naufragó volvimos al discurso del dólar criminal, incendiario y desestabilizador. Pero es que el dólar oficial crece como una hiedra, superando el valor de equilibrio en una sociedad extinta, cada vez más agobiada, vapuleada, pisoteada y mancillada.

No hay para aumentos justos del magisterio, pero sobran para estadios para el juego de pelota, lo material se impone sobre la idea. En esta comedia bufa a la cual llamamos sociedad, somos un país deconstruido usando la máxima del francés Jackes Derrida. Alguien decía en sorna y burla hacia el pueblo miserable que Nicolás Maduro podía ser profesor universitario en economía, pues a riesgo de las criticas de mis colegas profesores la respuesta es que este sujeto puede dar clases de economía, pero de como deconstruir los equilibrios estables y consistentes de la economía. Puede enseñar todo lo que no se debe hacer, es decir acudir a la deformación de los razonamientos para enseñar a destruir un país.

El dólar criminal es el del Banco Central de Venezuela, quien estrena un nuevo presidente, el economista Miguel Pérez Abad. Esperamos que revierta ese boletín del Producto Interno Bruto publicado en diciembre y logre enseriar las estadísticas del país, para poder usar los 5 mil millones de dólares que se encuentran en forma de Derechos Especiales de Giro, depositados en las arcas del BCV.

Hay para ajustar los sueldos no a una escala de 400 USD, pero si entre 100 USD y 150 USD, el Estado cuenta con más de 28 mil millones de dólares, pero el ciclo político no obedece a lo que estudiamos en las lecciones de políticas públicas. Este es un ciclo electoral, que busca quebrar al movimiento sindical, hacerlo endeble y generar la fractura del contrato social, lo que implicaría desesperanza y desanimo, para que en el 2024 se den unas elecciones bufas que cumplan con la forma y no con el fondo, para perpetuarse en el poder.

Las burbujas de los ricos son duras bofetadas a las voces de abajo, a los desplazados, a los desterrados del festín del erario público hecho botín. Estas líneas se escriben pues no apostamos a un mundo de injusticias e ignominias, estas columnas y las clases son bocanadas de aire que nos permiten seguir con vida y en la lucha.

Basta de aceptar el lenguaje charlatán, la mofa y la superficialidad. Es imposible que nos recuperemos cuando quienes nos llevaron a este desastre están sentados en la butaca del poder. Las voces de los abajo están mudas pero los guardias están siempre dispuestos a reprimir. Aquí nadie sabe dónde comenzó este enredo, aquí dudan los esbirros, todo el mundo y hasta el presidente, conseguir lo justo cuesta Dios y su ayuda. Solamente dudamos si lo que se busca es más barato para mañana o dentro de un rato, allí el óbice de esta tragedia.

Finalmente, ambos cambios son criminales y deberían  estar en las ergástulas, en donde se pudren aquellos que piensan diferente. El tipo de cambio es criminal e indolente y se mueve en los estancieros de la vidurria de los jerarcas dueños del país. El peor calificativo que puede tener el chavismo es el de una entelequia vacía que estafó a una sociedad en la procura de la igualdad. En ese ámbito nos quedamos sin libertad y menos equidad.

Después de todo
usted es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

¿De que se ríe Señor ministro? Benedetti.




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