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ULA Mérida. Foto cortesía Yanara Vivas/Diario de los Andes.

Yanara Vivas/Diario de los Andes

Origen

La instalación de una casa de educación para jóvenes con vocación religiosa, donde se impartían clases de religión, lengua latina y moral, fundada por el primer Obispo de Santiago de Los Caballeros de Mérida, Fray Juan Ramos de Lora, data de 1785. Solo transcurrieron dos años, para convertirse en Seminario Tridentino. Y otros dos años, para convertirse, en 1789, en Real Colegio Seminario de San Buenaventura.

En 1806, el rey Carlos IV, les autoriza, a conferir grados mayores y menores en filosofía, teología y cánones, que para esa época solo eran autorizados a las universidades, sin otorgarle esa categoría. Sería hasta el 21 de septiembre de 1810, cuando la Junta Superior de Mérida, le otorga al hasta entonces Real Seminario, el título de “Real Universidad de San Buenaventura de Mérida de los Caballeros”.

El terremoto de 1812, obliga su traslado a la ciudad de Maracaibo. Retornando a Mérida en 1821, donde sería denominada Academia de Mérida en 1824, siendo conocida como la Universidad de Mérida. Para el año 1832, el gobierno nacional establece, mediante estatutos, la separación del Seminario y la Universidad, permaneciendo sus sedes en el mismo edificio.

El 21 de septiembre de 1872, el entonces presidente General Antonio Guzmán Blanco, mediante decreto, elimina todos los Seminarios del país, pasando sus bienes a las escuelas de artes y oficios, obligando, en 1875, al desalojo del edificio donde funcionaba la Universidad de Mérida, obligándola a funcionar en otro inmueble hasta que, en 1877, el gobierno del General Francisco Linares Alcántara, ordenó el traspaso legal definitivo de su antigua sede a la Universidad.

De nuevo como presidente del país, Guzmán Blanco, arremete una vez más contra la Universidad, ordenando el 24 de septiembre de 1883, la venta de todos sus bienes, llevándola a la ruina, obligándola a depender del presupuesto del Estado y cambiando su nombre Universidad de Los Andes.

Para el año 1904, el entonces presidente Cipriano Castro, vuelve a cambiarle la denominación por Universidad Occidental y un año más tarde, en 1905, restituye su nombre, manteniéndose hasta la actualidad como Universidad de Los Andes.

Actualidad en la ULA

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Foto cortesía Yanara Vivas/Diario de los Andes.

Con el compromiso de afianzar los valores, contribuyendo al desarrollo regional y nacional, a través de la formación de profesionales de calidad en diferentes áreas, así como la transformación y readaptación a las exigencias y cambios sociales, la Universidad de Los Andes, reimpulsa su funcionabilidad, tras varios años enfrentado serios problemas presupuestarios, que han menguado el objetivo ulandino de formación académica, de investigación, cultura y de extensión, a lo que se suma la diáspora, las limitaciones aplicadas por la pandemia por coronavirus, la menguada autonomía y los robos a sus sedes.

Los diferentes gremios ulandinos, activos y jubilados, han reiterado desde el año 2004, la exigencia del cumplimiento de cláusulas colectivas, tablas y ajuste salariales, así como la participación en las discusiones nacionales donde se traten las reivindicaciones salariales a los sectores universitarios, pues a las últimas reuniones solo han sido tomadas en cuenta para las decisiones los gremios afines al oficialismo, o incluso tomadas de manera unilateral, dando al traste con las tablas salariales y eliminando los beneficios obtenidos en años de luchas gremialistas, violando los derechos del todos los universitarios, conociéndose no pocos casos, donde profesores y/o personal ATO, se encuentran en extrema pobreza, como se evidenció recientemente con el reconocido profesor Pedro Salinas.

Por otra parte, la falta de presupuesto ha afectado directamente el mantenimiento de la infraestructura, reposición de equipos, insumos para laboratorios, oficinas y mantenimiento, tecnología y comunicación, o servicios básicos que van desde telefonía fija, problemas eléctricos, además de las propias fallas que padece la región, hasta servicios de agua, tal como ocurre en el Núcleo Liria, donde incluso teniendo los tanques llenos de agua no tienen servicio desde hace más de cuatro meses, por avería en los hidroneumáticos, sin que hasta ahora se vislumbre solución. O con los operativos de limpieza realizados por estudiantes, sumando escobas al morral, para poder contar con espacios acorde para las clases.

Sin darse por vencidos

Como contraparte, en todas las áreas y dependencias existen equipos de trabajo, que aun con dificultades y buscando opciones alternativas, mantienen la operatividad institucional. Muchos dicen incluso que pagan por trabajar en la ULA, pero su sentido de pertenencia universitaria, ha ayudado a mantenerla abierta.

Es destacable el trabajo realizado por los Bomberos Universitarios, recientemente convertidos en Dirección, ante la falta de insumos y quienes por meses estuvieron sin algunas de sus unidades móviles, logrando las reparaciones necesarias, así como materiales gracias a la ayuda de colaboradores externos. En el área académica, la ULA ha buscado alternativas no presenciales para continuar con la formación en todas las escuelas, post grados y doctorados.

Se destaca la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Faces, donde con apoyo de exalumnos y empresa privada, se ha diversificado la oferta de estudios presenciales y no presenciales, obteniendo el reconocimiento de todos.

Aniversario 237

Como parte de los actos para recordar el 237 aniversario de la Universidad de Los Andes, realizados el pasado 29 de marzo, los ulandinos acudieron a la Basílica Menor Catedral de Mérida, ataviados de toga y birrete, donde Monseñor Luis Enrique Rojas Ruiz, presidió la Misa Solemne.

Culminada la eucaristía, marcharon hasta la sede del rectorado, para realizar el acto protocolar, donde los asistentes escucharon el discurso de la bachiller Oriana Chacón, estudiante de Administración en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Faces, primer promedio académico, de la ULA, quien destacó la esperanza de los jóvenes estudiantes de formarse y el trabajo realizado para mantener abiertas las posibilidades de formación, así como la disposición de sumar a la reconstrucción del país.

Mario Bonucci, Rector de la ULA, destacó en sus palabras, el empeño de cada ulandino para mantener viva la universidad, la disposición a los cambios necesarios en todos los niveles de la estructura organizacional y al trabajo conjunto con entes, organizaciones y empresa privada, adaptándose a las nuevas realidades para su trascendencia.

El orador de orden, fue el destacado empresario y presidente de Fedecámaras nacional, Carlos Fernández, quien demostró su gran capacidad oratoria, refiriendo su discurso a la urgente necesidad de alianzas entre las universidades como Alma Mater del saber y los conocimientos, con el empresariado en todas sus áreas apostando al progreso económico del país, contextualizando hechos históricos donde la universidad se ha sobrepuesto a las adversidades, dejando en el aire la seguridad de posibilidades ciertas para la reconstrucción de una Venezuela desarrollada y estable económicamente.

Fernández se refirió a las deficiencias de los servicios públicos y combustible, asegurando hubo la posibilidad de recuperar algunas termoeléctricas en el occidente del país, “pero intereses políticos de un grupo A no lo permitieron, bajo la premisa que ello daría oxígeno al grupo B” aun cuando se hubiese evitado el colapso y paralización que hoy padecen los estados andinos y Zulia.

Al cierre del acto, la ULA firmó varios convenios marco, con instituciones productivas de la región, a fin de desarrollar proyectos en beneficio de todos los merideños.




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