“La política depende de los políticos como el tiempo depende de los astrónomos.” Remy de Gourmont

La política es un asunto de definiciones que tiene como punto de partida la convicción personal, lo cual no se reduce al oportunismo ni a la bellaquería. La política no está circunscrita sólo a «los políticos» sino a todo aquel que, haciendo un balance de las cosas y teniendo respeto y algo de compromiso por cambiar positivamente lo que sucede, decide fijar una postura de cara a los demás.

El problema amerita ser bien planteado; no es de particularidades que se sientan con derechos heredados, y menos apropiados a trocha y mocha; sin la adecuada deliberación, y no tan sólo por circunstancias y coyunturas desfavorables, sino por los avatares de la esencia política en sí misma.

Ahora bien, escuchamos – o leemos en las redes- argumentos iracundos que meten en un solo saco al multicolorido – o desteñido abanico- de los partidos que integran la MUD: “la culpa es de esos políticos que son blandengues, incoherentes, ambiciosos y solo están pendientes de las convocatorias a elecciones para enchufarse…”

De nuevo aparece la satanización. Todo lo que habría que hacer es cambiarlos por unos políticos aguerridos, frontales y honestos. Pero si le aplicamos un poco de lógica, como eso tampoco les parece posible porque -dicen- «todos los políticos son iguales», entonces el problema no tiene solución. Si tratamos de ver las dos caras de la moneda veremos que los partidos son organizaciones políticas que representan a la sociedad….

Se habla de ciertas “reglas no escritas de la sociedad civil” cuyos principios sostienen que este estamento deberá estar en un plano moral superior e inmaculado, en el que cualquier postura partidista es una mancha deslegitimadora que transforma a una Asociación Civil en una simple herramienta de los partidos políticos; en otras palabras, el espacio de sociedad civil es el activismo, separado y moralmente más elevado, que cualquiera de la posturas ideológicas de los partidos políticos.

De manera organizada, partidos y sociedad civil debemos empeñarnos en lograr los indispensables espacios de encuentros, pasar esa página de la búsqueda de culpas y culpables.

Ahora es tiempo de entender que el verdadero adversario no es otro que este perverso régimen que nos ha anclado en una depresión económica irresponsablemente generada, este gobierno que incrementó el desempleo, la criminalidad, la desintegración familiar, la ignorancia, la pobreza, la miseria y la hambruna.

Es tiempo de acumular fuerzas y deslegitimar el arcaico y nocivo sistema al cual pretende someternos el gobierno. Deslegitimarlo no sólo desde el punto de vista ético, por los abusos y las consecuencias políticas y sociales terribles que se vienen acumulando a lo largo de un interminable decenio, sino por ser desde el plano económico el sistema más ineficaz que jamás la humanidad ha producido.

Es tiempo de buscar y encontrar motivos para la coincidencia, no pretextos para la discordia; de acercar posiciones, de construir acuerdos precisos y puntuales. Es tiempo de comprender la complejidad y pluralidad que hoy se expresa en nuestra sociedad y de no escatimar el reconocimiento de logros, como tampoco de minimizar lo que falta por hacer.

Es tiempo de propiciar, tanto en los conocidos dirigentes políticos, como en los que se preparan a relevarles – sean del estamento político, o de la sociedad civil – un cambio de comportamiento, una saludable madurez política que con gran responsabilidad cívica, con profundidad de análisis e integración de perspectivas, le da solidez al Frente Amplio de Carabobo, esa plataforma indispensable para los pasos que deberán conducirnos a la acción que nos sacará de este prolongado disparate.
No queda espacio para más equivocaciones. No es el estribillo de una monótona canción: la unidad es fundamental para lograr lo mucho que nos falta. Estamos reiniciando un nuevo trayecto a través de una labor verdaderamente comprometida con el porvenir de nuestros hijos, apostando al mañana y no quedándonos en la obsecuencia del pasado.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.