(Cortesía)

Viento frío y saludable baja de la montaña, la concurrencia se abriga y sorbe la caliente bebida que alguien de la casa reparte. El cuerpo se siente livianiito. Es tiempo de Paradura…

Es un ambiente de armonía. El aire esparce diferentes olores y sonidos: olor de hallacas escapado de la intimidad de la cocina, olores de las verdes ramas silvestres, atrapados en la enmarañada “barba de palo” del pesebre.

Se oyen el “cam-bur-pin-tón” del cuatro y el Sol, Re, La, Mi del violín que contrastan al grave bordoneo de la guitarra, y las diversas tesituras que risas y conversas hacen retumbar en el acogedor patio de un hogar cualquiera de la serranía andina.

Paradura se llama al ritual devocional y comunitario que cumplen las familias andinas durante el mes de enero, y hasta el dos de febrero, para festejar que el Niño Dios ya está lo suficientemente crecidito y debe ponerse de pie (“pararse”).  La costumbre se ha extendido por casi todo el país. Donde hay una familia andina hay “Paradura”.

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A inicios de diciembre, previo a la realización del evento, se monta el pesebre. Es muy variada la forma y recursos con los que se elabora, pero, generalmente, es una gran sábana de papel pintado y texturizado que se coloca sobre cajas u otro tipo de elementos modulares a la cual se dará formas que simulan cuevas, cerros, valles, lagunas, ríos…

También es común cubrir toda la plataforma con “barba de palo”. Invariablemente, en la parte más destacada del pesebre, está la Sagrada Familia: María, José y el Niño (cuya imagen será colocada a partir del día 25).

Otros elementos importantes son los Reyes, la mula, el buey, muchas ovejas con sus pastores, ángeles y la estrella (Señalando el lugar del recién nacido). Luego, la diversidad de figuras abunda: casas, castillos, muñecos, carros, árboles, variados animales, plantas germinadas, etc.

(Cortesía)

“Las frutas del arco El 24 de diciembre se construye delante del pesebre un arco formado por tres jóvenes troncos cubiertos de ramas y de hojas de tres árboles o plantas: el “cinaro”, el “gusanillo de monte” y la planta típica de Mérida: las “barbas de ceibo” (las llaman de “ceibo”, pero también pueden crecer en otros árboles)”. (Jacqueline Clarac de Briceño: Dioses en exilio Representaciones y prácticas simbólicas en la Cordillera de Mérida)

Opcionalmente el Niño puede ser “robado” del pesebre por alguna familia que adquiere, por este hecho, el compromiso de asumir los gastos de la fiesta que se realiza una vez encontrado. La “Búsqueda” es una procesión encabezada por María, José, los ángeles y hasta el “policía” que apresará al “ladrón”. Visitarán varias casas hasta dar con la imagen.

Antes del ritual de la paradura los músicos amenizan con valses y otros ritmos, los dueños de la casa nombran a los padrinos, estos llevarán la imagen durante la serenada que es un paseo con el símbolo sagrado reposado sobre un pañuelo, cesta o almohada, especialmente seleccionado para el evento. La procesión se acompaña con cantos:

El desarrollo del ritual es guiado por los músicos quienes van indicando con versos los momentos significativos:

“Ínquense padrinosínquense en el suelo

a adorar al niño

el Dios verdadero”.

“Enciendan las velasváyanla encendiendo

pa´ alumbrar al niño

en el nacimiento”.

“Paren a ese Niñopárenlo ligero

que llegó el momento

de subirlo al cielo”

De los momentos más significativos: el beso al Niño, el encendido de las velas junto a la procesión, los cantos y rezos son oportunidades en que la fe, la solidaridad, y la convivencia, adquieren los matices más íntimos.

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Para quien no conoce esta tradición, la Paradura contiene muchos códigos, pero estos son muy sencillos para los devotos andinos que los han heredado y repetido por siglos. La Paradura no es un acto para observar, es una oportunidad para ser parte…, su música no es tanto para escucharla con los oídos, como para sentirla con el corazón:

Los padrinos encienden sus velas y la lumbre pasará de una a otra hasta que estén encendidas todas las que alumbrarán la procesión. El canto es grupal, una o más personas interpretan un verso y el resto contesta con el estribillo ya conocido, igual sucede con las oraciones. La imagen va pasando a todos los presentes para que besen sus pies (cuando los cantadores lo indican), Se comparte, en momento determinado, alimentos y bebidas: hallacas, bizcochuelo, miche y “leche ‘e burra”, para aquellos que reclaman el estimulante calorcito, tan necesario cuando el frío de la montaña desciende envuelto en velo blanco neblinoso.

La Paradura alarga la conmemoración Navideña sumando a diciembre, el primer mes del año y dos días (1 y 2) de febrero. Después se desmontan los pesebres. Son muchos y variados los acontecimientos festivos que ocurren en este lapso que concluyen para dar paso a las fiestas de la Virgen de la Candelaria y el Carnaval.

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Paradura es una tradición en cuya complejidad destacan componentes lúdicos, teatro, ritos eclesiales y fiesta popular. ¿Cómo se originó? ¿quién o quienes la hicieron por primera vez? ¿Cuando? ¿Por qué esa mezcla de expresiones donde lo devocional y lo festivo-popular mantienen íntima relación? No contamos con documentos que nos permitan responder de manera muy específica a estas interrogantes, pero, sabido es que, muchas de nuestras fiestas tradicionales guardan notables influencias de épocas coloniales, la Paradura no es la excepción:

Los misioneros, cristianos, durante la conquista, trajeron a estas tierras las diferentes formas litúrgicas de su doctrina, con ello pretendía combatir y sustituir el sistema de creencias del habitante originario por la nueva religión. Así llegó el “Auto Sacramental: “(…) los misioneros comenzaron a adaptar. traducir y componer nuevas representaciones adecuadas a la educación espiritual del indígena. (…) Los autos    escritos para los indios ni se representaban necesariamente en el Corpus ni correspondían de hecho al género sacramental. aunque su derivación de éste sea innegable: eran más bien pequeñas escenas de historia sacra acompañadas de procesiones y desfiles históricos” (Universidad de México. Notas de Literatura Española. Alfonso Reyes 11–Los Autos Sacramentales)

Estas adaptaciones cumplían una intención estratégica:

“(…) acercar la doctrina católica con ciertos elementos expresivos y simbólicos propios de los nativos(…) Con esto, inician las liturgias particulares, que hoy leemos como ambiguas en parte “popular” y en parte popularizada-comercializada que han caracterizado el cristianismo occidental en los últimos siglos” (Fray Andrés Miguel Casaleth Faciolince. El Catolicismo Popular Latinoamericano: Entre la Conquista y el seguimiento de Jesús).

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Estas obras adaptadas incluían las, dramatizaciones, además algunas formas particulares con las que los indígenas acostumbraban expresar las creencias en sus dioses. Esto generó una especie de “paraliturgias”, aceptadas en un principio y rechazadas posteriormente por las autoridades eclesiásticas, lo cual generó su disminución, pero no su desaparición.

La Paradura se ha extendido más allá de sus límites originales con las migraciones del andino a la ciudad. En la actualidad es natural verla en los rincones más apartados del país donde merideños, tachirenses o trujillanos la ha llevado.

En Caracas hay paraduras en casi todas las parroquias, en instituciones escolares y universidades. Casos concretos son la comunidad de Boquerón (Catia), Petare, Fundación Bigott, la Universidad Nacional Abierta (San Bernardino), entre otros…

En estos lugares se realiza esta tradición desde hace más de veinte años. Esta mención hace oportuno concluir el relato con las siguientes preguntas, que seguramente cada quien contestará desde su experiencia y conocimientos:

¿Qué nuevos significados adquieren las tradiciones al mudarse del campo a la ciudad?

¿Deberíamos calificar las influencias de la ciudad como positivas o negativas?

José Esteban Pérez/ enero 2018. Fundación Bigott

https://www.youtube.com/watch?v=FfMlc7waxAA




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