El uso del término red, o redes, es amplio y variado en la vida diaria. Redes sirven a los pescadores, a las tejedoras, a los medios electrónicos; además, a las redes sociales. La gran crítica sobre las “redes sociales” pareciera no ser hoy algo nuevo, y es mucho lo que oímos hablar en todo medio y en todas partes. Pero, sí es novedad ver cómo quedan las redes con cada consecuencia “cambiante”, cuando entramos en el vibrante corazón de ellas (las redes).

¡Por eso, es noticia decir que las redes enredan! Lo señala en una entrevista el antropólogo Marc Augé (Poitiers, Francia, 1935), quien fuera director de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (1985-1995), en su breviario: ‘Las pequeñas alegrías’ para hallar la felicidad en la vida cotidiana. Allí comenta, -palabra más, palabra menos-, que “las tecnologías nos alteran el espacio y el tiempo, aunque podamos contactar con alguien en cualquier lugar y circunstancia; pero relacionarnos en verdad con <el otro> o con <los otros>, exige que nos dediquemos a un tiempo y un espacio muy concretos…”.

También se refirió Marc Augé a la existencia de “los no lugares (los aeropuertos, hipermercados, hiperoutlets, y otros gigantescos centros de encuentro social…), donde las relaciones interpersonales, que siempre han sido cruciales para nuestra identidad individual y colectiva, son nulas”.  ¡No sabemos si la Tierra ya es toda ella un ‘no lugar’! ¿Llevamos el no lugar encima, con nosotros…? “Para ser felices tenemos que conocernos, estar atentos al presente y ser útiles a los demás”, asegura Augé. Pero en estos tiempos egocéntricos, dos de esas premisas no las cumple casi nadie: conocerse a sí mismo, y darse a los demás… Es algo paradójico, pero vemos cómo las redes sociales están destruyendo las relaciones sociales”.

Las tecnologías alteran espacio y tiempo: puedes contactar con alguien en cualquier lugar y circunstancia, cuando relacionarse con el otro necesita dedicar un tiempo y un espacio concretos; es paradójico: las redes sociales, que hemos concebido, administrado y engrandecido, a nuestras imágenes y semejanzas, destruyen relaciones sociales en formas como hasta ahora no lo habíamos concebido y usufructuado. ¡Esta es una mecánica que comentamos con críticas a cada rato, pero que es totalmente razonable que ocurra de esa forma! ¡Son formas de interdependencia!

Destacar y redundar la significación e importancia de las relaciones sociales no es palabra más o palabra menos, ni mucho menos la repetición trillada y escandalosa de opiniones gastadas. Se mantienen vigentes innumerables razones, como el sentido psicológico y el social, de pensar (y creer) que está vigente el sentido de las relaciones interpersonales, incluyendo el amor con otros; esto no es una “noticia saturada” o respiros obsoletos de nuestras actuales culturas. Pero escritos serios, evidencias sobradas y muchas encuestas en USA y en otras partes del mundo, llegan a semejantes conclusiones; ya detectan que los jóvenes (¡nuestros relevos, amigos!) prefieren interactuar abiertamente en las redes sociales, que hacerlo en grupos o en persona.

¿Será, nos preguntamos con manos y consciencias llenos de información, que “hemos comenzado a tenernos un poco o mucho miedo entre sí, o al menos temor (que es más suave) a tratarnos en relaciones cara a cara”? ¿Nos cuidamos quizás por no dejar recuerdos físicos y huellas anímicas? ¿Sera el gran mal de las redes sociales, que están trastocando la naturaleza misma de la relación humana; que nos alteran en nuestra ubicación de espacio y tiempos?

Cada vez hay un número más reducido de personas que están en la vanguardia del saber real, que busca con fe, amor y energía, encontrarse con el conocimiento verdadero, con la realidad, con lo que es noticioso genuino; y ya hay demasiada gente que no sabe, o apenas sabe…, pero que cree saber, y lo peor: ¿Que cree, sin la menor duda, sabérselo todo?

Como si hablásemos en jerga deportiva, diríamos que “a estas alturas del juego”, la gente debería hacer mucho más por detectar que no es suficiente, ni totalmente confiable, lo que nos dan las redes sociales; pero, mucho es lo que nos descuidamos cuando las censuramos, si es del conocimiento general que las redes sociales son aparatajes comunicacionales y de exhibicionismo social que hemos estado construyendo, haciéndolas y moldeándolas a nuestro gusto y beneficio. Vivimos en un mundo de realidades, que no nos pertenecen; y las reconstruimos, a diario, cada segundo y minuto, en el interior de nuestros comprometidos cerebros.; y que, por lo mismo de su inestable dinámica, son realidades que “capturamos” sólo en muy pequeñas cantidades…

Todo esto es el mal de las redes, que trastocan la naturaleza de la relación humana, y alteran espacio y tiempo. ¡Contactar con alguien, cuando relacionarse con el otro en cualquier lugar y circunstancia necesita dedicar un tiempo y un espacio concretos, es paradójico! Las redes sociales están destruyendo las relaciones sociales; la gente debería detectar que no es suficiente lo que nos dan las redes: Falta algo para que se completen los significados que queremos recibir y transmitir. Los efectos del reconocimiento son sustituidos por los efectos de conocimiento: vemos a un presentador de televisión como si lo en verdad lo conociéramos, pero sólo lo reconocemos; y eso pasa con todo y con todos.

Las redes, que podrían utilizarse en abundancia como centros analíticos de difusión del conocimiento, son cada vez una utopía sobre esta posibilidad… y esto que decimos se está convirtiendo, ya, en una utopía educativa, porque cada vez estamos más lejos de eso. Hoy  utilizamos más las redes sociales dedicándolas para establecer el trato social superficial, de la noticia barata y del divertimiento, que para conocernos y reconocer todo lo útil y grandioso que se acumula en los seres humanos. ¡Esto es un error garrafal y muy extendido…! Nada masificado que se produce y difunde “empaquetado” puede sustituir al aprendizaje vivo, y en vivo; el de la palabra ganada, activa y vibrante, el de la narrativa “contada a viva voz”. ¡El secreto del aprendizaje profundo es grande cuando está en la escolástica relación, física, profesor-alumno, y esto es algo que, aunque muchos lo saben, no lo difunden, y menos lo practican, porque deben entenderlo ya!

¡Exijámonos más!




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.