A pesar de que en ocasión del acto de juramentación de Nicolás Maduro, el pasado jueves 10 de enero ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), los chavistas colmaron la avenida Baralt y calles aledañas a la sede del máximo tribunal del país, este lunes 14 la presencia de simpatizantes del proceso bolivariano fue a todas luces escasa y aunque la antigua cámara del Senado en el Palacio Federal Legislativo (hoy sede de la Asamblea Nacional Constituyente) estaba repleta de personalidades invitadas, la presencia de pantallas gigantes de video en los alrededores con las calles vacías dio impresión de que Maduro fue dejado hablando solo.

Sí hubo movilización de trabajadores de organismos, instituciones y dependencias del Estado hacia los alrededores del Legislativo, y muchos vieron la llegada del dignatario junto a la primera dama, Cilia Flores, pero la gran mayoría de quienes se dirigieron allí comenzaron a retirarse una vez el mandatario comenzó su discurso ante la representación del poder originario.

Las barandas metálicas con que dividieron el espacio de la avenida Universidad entre las esquinas Pedrera y La Bolsa para mantener separado al público del paso de los invitados al Palacio Federal se quedaron de adorno, pues en esta oportunidad nadie aguardaba porque el mandatario los fuera a saludar.

Había paso subiendo por la avenida Sur 4, en la entrada Oeste de la sede del Legislativo; nada que ver con los años en que Hugo Chávez acudía a entregar su memoria y cuenta ante la Asamblea Nacional (AN-Parlamento) y la tribuna armable que se instaló antes de llegar a la esquina Padre Sierra se quedó a medio ocupar.

En la esquina mencionada se instaló una tarima donde actuaron grupos musicales y luego se mostraban las incidencias del acto protocolar, pero tan solo un puñado de personas en la avenida Este 2 prestaron atención. La avenida Sur, de la que se recuerda que Chávez recorría en sentido Norte-Sur abriéndose paso difícilmente entre la muchedumbre para llegar a pie al Palacio Federal, estuvo desolada y el único recuerdo de los mejores tiempos del chavismo era un muñeco gigante artesanal colocado en la esquina El Conde, donde también se colocó otra tarima y pantalla gigante.

En el lado Este las cosas no pintaban mejor. El éxito de asistencia lo tuvo un vehículo rústico que entregaba una arepa con queso a los trabajadores (carnet en mano) de la Corporación de Servicios del gobierno del Distrito Capital justo en la llamada “esquina caliente”, frente a la Plaza Bolívar.

En esa misma esquina (de nombre Las Monjas) algunos trabajadores siguieron las incidencias del acto, mientras otros, venidos del interior, se tomaban fotos en la Plaza Bolívar, pero la parte norte del Palacio Federal tuvo muy poca asistencia, incluso había una tribuna portátil vacía.

Bajando hacia la parte sur había mucha menos gente, en la esquina de Sociedad, en la avenida Universidad, la mayor parte de los presentes eran funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y de Protección Civil; un puñado de personas aguardaron frente a la sede del Banco de Venezuela, pero la realidad era más que evidente: en esta oportunidad el gobierno no contó con el acompañamiento del pueblo.

Con información de Tal Cual




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