Rosario Silva sufre de ataques de pánico desde hace dos años. La grave crisis del país la condujo a la medicación. Había visitado sin éxito cinco farmacias en la Gran Valencia en busca de Alprazolam o cualquier medicamento similar cuando, ahora por sexta vez en un mismo día, tuvo que enfrentarse a la dura respuesta: Eso tiene meses sin llegarnos.

Lleva más de una semana sin dormir bien por las noches, lo que empeora sus ataques de pánico durante el día. «Estoy despierta desde las 3:00 a.m. pensado en qué voy a hacer si no lo consigo». Ella necesita de este fármaco, derivado de las benzodiazepinas, para poder controlar sus estados de ansiedad, crisis de angustia y horario de sueño.

No solo debo andar buscando medicamentos de un lugar a otro, también comida ¡No se consigue nada!, dijo en tono desesperado. Anteriormente pudo sortear la escasez de medicinas porque algunos de sus familiares y allegados le habían traído el tratamiento desde Panamá y España. A sus 82 años, describe la situación como una tortura.

Fármacos como Lamotrigina y Quetiapina, utilizados en el tratamiento de la esquizofrenia y en los episodios maníacos y depresivos severos del trastorno bipolar, así como Sertralina, Trileptal y Lexotanil, forman parte de la extensa lista de los psicotrópicos escasos en las principales farmacias de Carabobo. En los pequeños establecimientos y en las grandes cadenas como Farmatodo y Locatel la respuesta se repite: Tienen meses sin llegar.

Los elevados precios de estos medicamentos empeoran la situación. Una caja con 30 pastillas de Quetiapina de 30 mg cuesta aproximadamente 600 mil bolívares: Seis meses de trabajo alcanzarían solo para un mes de tratamiento. Los derivados de la Sertralina, utilizados en casos de depresión, oscilan entre 19 y 32 mil bolívares, dependiendo de los miligramos y la cantidad de comprimidos por caja.

El presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, Wadalberto Rodríguez, señaló que la ausencia de medicamentos para la salud mental afecta a la sociedad en la misma magnitud en la que puede afectar la ausencia de tratamientos para otro tipo de enfermedades. «En todas la áreas de la medicina hay fallas con los medicamentos, porque para el Gobierno la salud de los ciudadanos dejó de ser una prioridad».

En Venezuela se están desencadenando serios problemas con enfermedades como la depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de pánico, problemas de sueño, enfermedades psicóticas como la esquizofrenia, enfermedades afectivas como los trastornos bipolares, ciclotimia y distimia, advirtió el psiquiatra. Las consecuencias se pueden ver reflejadas, por ejemplo, en el incremento de los casos de suicidios.

Rodríguez explicó que la crisis en el área de la salud mental se debe, principalmente, a que en el país solamente hay entre siete u ocho principios activos para tratar las patologías. Pero esto no siempre fue así. Hace aproximadamente seis años el sistema de salud venezolano disponía de al menos 70 moléculas diferentes para el tratamiento de diversos problemas mentales.

Para tratar depresiones solo hay un principio activo en el territorio nacional: la Sertralina. Para problemas de ansiedad dos, Clonazepam y Alprazolam; en enfermedad bipolar Trileptal, que funciona como estabilizante del humor; en esquizofrenia solo Risperidona, ya que la Quetiapina desapareció por completo del país. Para los trastornos del sueño solo hay Zolpidem. Además, se presenta el problema de que varían en su aparición en el mercado: cuando hay uno, no hay el otro.

Si uno tiene alguna enfermedad en el área de la salud mental y pasa tiempo sin tomar su medicamento, está condenado a que la patología se le haga crónica. «Esto quiere decir que la enfermedad, por falta de tratamiento apropiado, pasará de tener un curso temporal a uno permanente, para el resto de la vida del paciente. Es allí cuando se ve afectado el desarrollo colectivo de la sociedad».

Rodríguez rechazó la tesis del Ejecutivo que acusa a los laboratorios privados de robarse las divisas para la adquisición de principios activos. «El laboratorio matriz nos enviaba el medicamento y el propio Gobierno le pagaba directamente a la casa matriz. Los dólares nunca pasaban por las manos de los laboratorios venezolanos«.

El presidente de la Sociedad de Psiquiatría lamentó que Venezuela haya pasado de ser un país que contaba con los últimos recursos para tratar a los pacientes con trastornos psiquiátricos, a estar en una situación peor que la de la década de los 50 y que ha llevado a personas como Rosario a emprender, a sus 82 años, tortuosos recorridos por farmacias en busca de mejorar su calidad de vida.

 




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