¿Por qué escribir? Lo mismo nos preguntan algunos de quienes nos leen en medios de comunicación. Una interrogante parecida nos hacemos nosotros, los que escribimos a diario. Tenemos algunas respuestas tentativas: ¡Son muchos los fundamentos para escribir! Una razón motivante es el auto compromiso asumido para conocernos más, a nosotros mismos; también por averiguar más sobre el mundo, sobre sus tendencias y estados cambiantes, sobre su gente común, sobre quienes triunfan o sufren. Escribimos al tanto de cuestiones difíciles, y gratificantes, también. Por eso, hacemos contacto con los sometidos a la atmosfera de violencia, sin límites, que arrasa a nuestro país. Con pretensión educativa, escribimos a nuestros lectores para “echarles el cuento” de lo que encontremos en la calle, en barrios y escuelas, en cualquier lugar o entidad donde se haga vida en Venezuela y el mundo.   

     ¡Como en cualquier oficio, aprendemos a escribir,… escribiendo! Al principio, se unen el temor con las ganas de saber. En un comienzo, los errores cometidos tocan nuestra vergüenza, pero surgen los consejos, y de allí resulta la ganancia en experiencia. Escribimos sobre lo bueno y lo malo, sobre triunfos y fracasos, sobre amores y desamores. ¡Al escribir, todo tema es magnífico! Cuando escribimos también describimos el sufrimiento de ver una Venezuela desvanecida a diario, bajo la tormenta de dirigentes «hundidos” en aventuras políticas canallescas, y remiendos al por mayor. ¡Al escribir nos emocionan los extremos, porque nos hacen pensar, aunque nos duelan! Y como no todos piensan igual, los escritores «saltamos” a buscar las ideas que retan y tientan: ¡Gozamos, al testimoniar las contradicciones! Escribimos, además, en protesta a uno mismo, y a las necesidades de los pueblos.

¿Debe existir alguna actitud especial en quienes escriben? Hay una determinante: ¡Escribir implica humildad! Quienes presumen conocer mucho, no saben cuánto ignoran, ni cuán pronto se achica la «sabiduría” que dicen tener. Necesitamos grandes escritores, como el británico Graham Greene, quien pensó que escribir es hacer terapia. «A veces me pregunto –dijo Greene– cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o no pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana”…




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.