En esta ocasión, la Guardia Nacional fue acompañada por la Policía Nacional Bolivariana, ese aparato represivo mal formado y conformado por malandros quienes irrumpieron en nuestra Universidad, cual hordas de Boves, robando y disparando a mansalva contra indefensos estudiantes que no comprendían el porqué de tal salvajismo. En esos vandálicos actos contra nuestra UC tuvimos una muestra del “hombre nuevo” formado en esta “Revolución bonita”.

Lo presenciado en estas brutales acciones sin duda alguna son obra de psicópatas, esbirros patológicamente inclinados a la violencia, a causar daño y sembrar terror, que buscan– una vez más – legitimar el recurso de la violencia como modo de poder y control social para convertir la contienda en un fin sí misma.

La actitud de estos “efectivos”, expresada como el uso arbitrario y desmedido no es un acto aislado de unos militares fuera de control; es una política de Estado de este perverso régimen. Es un desesperando intento de desviar la atención ante un hecho tan grave como el suscitado por la acción forajida del espurio TSJ al desconocer a la Asamblea Nacional.

Cuan lamentable resulta que este cuerpo militar está disponible no para defender una ciudadanía exhausta de un imparable desbordamiento de la delincuencia, o a los Diputados de la Republica, genuinos representantes elegidos por la democrática decisión de los ciudadanos, sino para garantizar que el modelo de injusticia que representa este gobierno pueda atornillarse en el poder.

Ese aparato militar mediante el cual se sostiene ese modelo de represión y control del régimen, allanó sin razón alguna, ese espacio en el cual se generan, desarrollan y transmiten las ideas libres y el conocimiento mediante la docencia, la investigación científica y tecnológica; ese espacio de claridad donde la extensión universitaria y el compromiso de responsabilidad social se conciben como una noble función social para con su entorno, pues en fin de cuentas, la labor del Universitario tiene como misión formar ciudadanos y no tan sólo profesionales.

Ahora bien, sin libertad y autonomía la Universidad pierde su esencia originaria y ya no podría servir




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