En los hospitales de Venezuela escasean los fármacos, material médico, productos de limpieza o papel para el trabajo administrativo. Y aunque esto no es nuevo, ahora el Gobierno asegura que se debe a «mafias» conformadas por trabajadores sanitarios, algunos de ellos encarcelados, lo que ha despertado la indignación del gremio.

Nicolás Maduro, ha declarado una lucha contra lo que él llama «mafias hospitalarias» y, como primera medida, ordenó la incorporación de inspectores secretos en los centros de salud para cazar a los trabajadores que sustraen el material que escasea desde hace años y que sigue sin aparecer.

La batalla ha dejado una decena de trabajadores sanitarios tras las rejas, algunos médicos. Este saldo ha animado las protestas gremiales de los últimos días, en las que, al unísono, achacan al Gobierno la responsabilidad del deterioro hospitalario.

Y mientras tanto, los pacientes que necesitan cirugías tienen que comprar hasta los guantes del personal que entrará al quirófano.

¿DE QUIÉN ES LA CULPA?

Los trabajadores sanitarios han cerrado filas y, con sueldos inferiores a los 100 dólares mensuales, llevan semanas en las calles protestando por pagos pendientes, mejores condiciones laborales y, de paso, para rechazar las acusaciones de Maduro, sin dejar de señalar que los directivos de los nosocomios, designados por el Ejecutivo, son quienes mueven los hilos.

«En los hospitales no hay insumos y quieren hacer ver (el Gobierno) que llevan insumos a los hospitales para dejar a los trabajadores como ladrones», dijo a Efe, durante una manifestación en Caracas, el dirigente sindical Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de Fetrasalud.

El sindicalista propone que cada hospital publique el inventario de lo que recibe, para garantizar la transparencia, una idea que se topa con el silencio gubernamental, que ha optado en la última década por no difundir datos o indicadores relacionados con la salud, como la mortalidad materno infantil.

A juicio de la enfermera Dulce María Suárez, de 54 años, las acusaciones son «totalmente falsas» y, en cambio, quienes trabajan en los centros públicos de salud buscan la manera de resolver ante la falta de materiales, algo que Efe pudo comprobar en un hospital caraqueño que no tenía papel para la labor administrativa.

En el mismo lugar, no obstante, una trabajadora aseguró a Efe, bajo estricto anonimato, que el robo de material médico es una realidad en la que participan algunos sanitarios, por lo que ve conveniente que haya investigaciones sin criminalizar al gremio.

DESMEMBRAR «MAFIAS»

«Vamos a desmembrar a todas las mafias de todos los hospitales», aseveró Maduro el pasado 23 de abril y, desde entonces, la Fiscalía y los ministerios de Interior y Justicia, Juventud y Deporte, Salud, la Policía y la Defensoría del Pueblo se sumaron a la «lucha» presidencial con actividades como charlas, reuniones y visitas a hospitales.

El propósito es arrestar a los sanitarios que cobran a pacientes para acceder a servicios o tratamientos que, al menos teóricamente, son gratuitos, así como a quienes están detrás de la sustracción de materiales médicos, se dediquen al ejercicio ilegal de la medicina y, como fin último, crear conciencia sobre estos asuntos.

El Ejecutivo asegura que está «afinando estrategias», sin que se conozcan detalles de ese plan o si los inspectores secretos ya están incorporados a los hospitales, una figura que reaviva la llamada inteligencia chavista, formada por civiles que alertan sobre «planes desestabilizadores», como manifestaciones opositoras.

HOSPITALES PRECARIZADOS

Si se toma solo lo dicho por las autoridades, la meta es hacer contraloría y ayudar a que «renazcan» los centros públicos de salud, donde los quirófanos, salas de parto, bancos de sangre, farmacias y áreas especializadas presentan, al menos desde hace un quinquenio, una alta inoperatividad.

Asimismo, Maduro se aseguró de no generalizar en sus acusaciones pero, una vez que habló de «mafias», puso a miles de sanitarios bajo sospecha, los mismos que hace meses eran llamados «héroes» por enfrentar la pandemia sin un salario que les permita pagar sus cuentas ni, en muchos casos, material de bioseguridad para atender a sus pacientes.

«Que busquen peces grandes, no los pendejos, no médicos y enfermeros que damos la talla, (que) estamos trabajando con las uñas», dice, como recomendación última, el enfermero José Cárdenas, también durante una protesta.

El hombre de 47 años recuerda una realidad que ni el trabajo con las uñas de los sanitarios ni la lucha gubernamental contra la corrupción en los hospitales puede negar: los enfermos y sus familias hacen malabares para conseguir medicamentos y materiales médicos que les permitan ser atendidos de la manera más oportuna posible.




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