Foto EFE

Entre la oposición venezolana ha emergido una nueva esperanza, la que encabeza el diputado Juan Guaidó, quien se tomó juramento como presidente encargado del país y convocó este viernes a sus simpatizantes en Caracas con la ilusión de que «esta vez sí» conseguirán derrocar a Nicolás Maduro.

«Esta es la ocasión, no hay otra, esta es la esperanza, si no es ahora, creo que no va a ser nunca», dijo a Efe Luz Marina Acosta, una mujer ya entrada en años que acudió tocada con una gorra de Venezuela al mitin, el primero de Guaidó desde que asumió las competencias del Ejecutivo.

Pese a las dificultades para enterarse de la convocatoria, la Plaza Bolívar de Chacao, en el este de Caracas, comenzó a llenarse progresivamente de simpatizantes de Guaidó mientras la voz se corría a través de mensajes entre vecinos y amigos.

Convencidos de que esta es la ocasión propicia, centenares de personas se aglutinaron en la plaza, bajo la atenta mirada de la estatua de Simón Bolívar.

«Sí, se puede. Sí, se puede», «Libertad» o «No quiero bono, no quiero CLAP, yo lo que quiero es que se vaya Nicolás», gritaban los simpatizantes de Guaidó en referencia a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción que venden alimentos a precios regulados.

Mientras la plaza se llenaba y Guaidó esperaba en la iglesia de San José, los ciudadanos reunidos aprovechaban para reflexionar acerca de la paradoja de una Venezuela en la que el presidente interino convive con Nicolás Maduro.

A este escenario se suma una Asamblea Nacional -dominada por la oposición- con la Constituyente -chavista- y el Tribunal Supremo con otro Tribunal Supremo en el exilio. «El camino (de reunificar esas entidades) es el que estamos buscando los venezolanos, uno de gran entendimiento nacional en función de unas nuevas elecciones realmente limpias, transparentes, justas, con participación o veeduría internacional calificada y competente para definir el nuevo escenario», dice Óscar Arnal, profesor de Derecho en la Universidad Central de Venezuela.

Para Arnal, eso se puede conseguir con un gran acuerdo nacional de entendimiento que implica que Guaidó asuma la Presidencia interina temporal, mientras se liberan a los presos políticos y se quitan inhabilitaciones a otros líderes. «Esta es la gran oportunidad histórica, es una encrucijada que se está viviendo Venezuela: es ahora o nunca».

Mientras Guaidó seguía esperando en la iglesia de San José y la plaza seguía llenándose, entre los asistentes la comidilla era el respaldo que el presidente interino ha recibido de EE.UU., Colombia, Canadá y Brasil, entre otros países. «Que continúe el apoyo internacional a la sociedad civil (venezolana). Al presidente Maduro se le venció su plazo el 5 de diciembre, está en desacato, está usurpando un cargo. Queremos una transición democrática con elecciones libres con un (Consejo Nacional Electoral) CNE nuevo», comenta Abraham Lendín, de 83 años.

Pese al temor a que Maduro desate una nueva represión contra ellos, Lendín se muestra tranquilo puesto que opina que el chavismo «tiene 20 años reprimiendo al pueblo» y «cuando vas a un abastecimiento no consigues los alimentos, vas a un hospital y no consigues las medicinas» no se le puede hacer «más daño al pueblo».

La expectación creció y ni el retraso de Guaidó, ni su nula presencia en los medios venezolanos fuera de internet, ni la omnipresencia de Maduro en canales y emisoras a las que había convocado en una rueda de prensa enmudecieron al presidente interino. «No digas que fue autoproclamado, le hemos proclamado nosotros», repetían los simpatizantes.

Cuando se extendió el rumor de que se acercaba Guaidó, una ovación estalló en la Plaza Bolívar que coreaba al unísono «presidente, presidente».

El protagonista de la mañana salió de la iglesia entre una nube de fotógrafos, cámaras de televisión y teléfonos celulares que querían inmortalizar al hombre del momento entre la oposición venezolana.

En su camino, frenado por espontáneos que querían hacerse el selfi de rigor, varias mujeres le gritaron «que Dios te bendiga» e incluso algunas de ellas se pusieron a rezar a su paso.

Ya en el escenario y a la sombra de Bolívar galopando puso un minuto de pausa al pedir 60 segundos de silencio en memoria «de las víctimas de la represión».

Quienes lo rodeaban respetaron escrupulosamente el silencio y estallaron en un grito colectivo cuando Guaidó les dijo que habían roto el silencio el pasado 23 de enero, fecha en que juró y anunció que asumía la Presidencia interina.

«Nos despertamos», dijo para el alborozo de quienes habían acudido a escucharle, entre quienes se contaban familias y abuelos que llevaban a sus nietos en brazos.

¿Y hoy tienen esperanza? «Más que nunca. Hoy Venezuela lo que necesita es un cambio radical», responde con contundencia Lendín, a quien hoy ni sus 83 años hacen temblar.




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