El encabezado de hoy semeja una cacofonía. Esa combinación menos que armónica pareciera un contrasentido. Pero resulta que hay una matriz de opinión entre muchos de nosotros, tanto localmente como en el exilio que prácticamente nos obliga a todos los venezolanos a estar mal.

Nuestros coterráneos en Miami y en otros derroteros se regodean de repetir a los cuatro vientos lo mal que está Venezuela. Los que quedamos aquí nos saludamos con el depresivo “aquí, en la misma measma; mal, pero no importa; fregado pero en Caracas.”

La cultura derrotista, la apatía y la falta de esperanzas hace añicos los eventuales esfuerzos de muchos por salir adelante y aquellos que no están mal se reprimen de decirlo, ya que se arriesgan a ser criticados y mal vistos. A quien le esté yendo bien se le menosprecia de inmediato y se le etiqueta con el frecuente “estará enchufado.”

Durante la Homilía de la Divina Pastora, el respetable Obispo pedía “que cesen las burbujas de la falsedad económica. «Su argumento de fondo apuntando a la inmensa mayoría de la población que no ha visto más que penurias en muchos años. Nadie puede negar esa cruenta realidad.

Ahora bien, por qué no buscar que la burbuja ampare a más, propender a que nos vaya bien a todos. Hay que buscar que las mejoras económicas, QUE SI LAS HAY, alcancen no solo a unos pocos y volvamos a tener un país habitado mayormente por una clase media que consiga oportunidades reales de mantener a su familia y prosperar. Que no se acabe la burbuja…¡más bien que crezca!

Necesitamos que vuelva la inversión privada, las fuentes de empleo y el emprendimiento. La inmensa brecha existente hoy entre la remuneración del sector privado y el público es clara demostración de ello. Tenemos que retornar al país que fuimos, con un alto grado de industrialización e infraestructura para los estándares latinoamericanos del momento y retomar desde ahí nuestra senda de desarrollo.

La apertura petrolera es un camino necesario para ello, pero pareciera que los detractores de oficio prefieren que se mantengan las sanciones y que no rescatemos los miles de pozos inactivos, que no se adecúen las tuberías y que no se arreglen las refinerías. Que no se venda más petróleo y sus derivados, que no entre dinero a las arcas del Estado. Que sigamos como estamos es mejor a que el gobierno maneje más recursos.

Por mi parte me niego a estar mal. Me niego a aceptar que la politequería siga sumiendo a toda una nación en el más absoluto abandono social y económico. Entiendo el rechazo al gobierno, que ha sabido malgastar una soberbia riqueza en la búsqueda del poder perpetuo. Sin embargo, mientras eso cambie, cada familia que vive aquí necesita procurarse el mejor sustento posible, con el mayor esfuerzo a su alcance para no seguir en este letargo económico mientas cambia el modelo político. Y para eso hacen falta cuantiosos recursos y disposición.

Hay muchos empresarios trabajando duro y consiguiendo resultados entre los pocos espacios que han quedado vacíos. No todos están enchufados. Por mi parte, ninguno de mis clientes está dentro de los círculos del poder político y aun así marchan adelante satisfactoriamente. Claro que podrían estar mejor, pero no están mal.

No es fácil, no señor. Pero eso ya lo sabemos. Hay que salir muy temprano todos los días a buscar y rebuscar. Hay que adecuarse, cambiar, mejorar, innovar, asesorarse. Ven ustedes médicos, abogados, agentes de bienes raíces y ejecutivos diversos que les va relativamente bien, mientras muchos de sus colegas pasan el día lamentándose. En el mismo país, en el mismo mercado.

En abril del 2020, iniciando la pandemia escribí al sector empresarial que debíamos “Asumir con resolución el liderazgo que la situación reclama. Rendirnos no es una opción». Hoy hago el mismo llamado. Si fuera fácil no estaríamos hablando de esto y no lo es. Situaciones tan complejas exigen lo mejor de todos nosotros y ciertamente los mejores saldrán adelante a pesar de la inmensa crisis que nos agobia.

Claro que no todos tuvimos las mismas oportunidades académicas y las mismas experiencias profesionales de las cuales echar mano para mantenernos a flote. Pero quienes la tuvieron están llamados a luchar, a brazo partido para coadyuvar en la medida de sus capacidades a crear las condiciones que aporten al mejoramiento de su entorno. Un palo no hace montaña, pero la suma de lo micro hace lo macro. Hagamos crecer la burbuja para estar todos mejor.

Dr. Guillermo Mendoza Dávila
guillermomendozad@gmdconsultor.com




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