¿Cuántas veces te has encontrado diciéndole a un conocido o a ti mismo: “Este año sí lo logro”? Y luego cuando está a punto de llegar diciembre otra vez miras hacia atrás y ves que no lograste lo que te propusiste y hasta se te olvidó qué era lo que querías lograr. ¿Por qué pasa esto?

Es común y natural que nos sintamos motivados y emocionados al comienzo de cualquier cosa; del trabajo, de la universidad, de un proyecto, de una relación o como es el caso de este artículo, de un nuevo año. Pero, en el trascurso de todo proceso la motivación cae, las metas se olvidan y nos entregamos al hedonismo total, es decir, buscamos constantemente el placer inmediato y queremos evitar el sacrificio y el esfuerzo.

Pongamos un ejemplo muy básico de los proyectos de año nuevo: el “quitarnos unos kilos extras”. Esa meta que nos trazamos con algún amigo y le decimos “mi pana, a las 5 de la mañana nos vemos,”. Resulta que apenas sólo dura algunas semanas.

¿La razón? Porque la idea de estar sano y con buena figura motiva, pero el proceso para bajar de peso no es nada agradable,los resultados deseados se obtienen a largo plazo mientras que la sensación de malestar es inmediata, se percibe el cansancio, dolor en las piernas o fatiga y la persona deja de ejercitarse, porque siente que está sufriendo y no obtiene nada a cambio. Y así sucede con otras áreas. Si algo no produce placer de  inmediato o en pocos días sino, por el contrario,requiere un esfuerzo diario, pues sencillamente lo abandonamos, huimos o evitamos.

Estamos acostumbrados en buscar un proceso rápido, sencillo y satisfactorio, lo cual es una conducta infantil y aprendida, ya sea por ese comercial que dice “baja de peso, sin esfuerzo” o en esa película donde el protagonista consigue el éxito de manera rápida.

Por esa razón, te invito a reflexionar en tus metas, a tomar el control de ellas y a reconocer que los buenos resultados llevan tiempo, planificación, esfuerzo, tropiezos y que a pesar de que la motivación decaiga en el proceso recuerda que desde que empezaste ya estás obteniendo resultados, tal vez muy pequeños, pero resultados al fin y que suman día a día,  porque en el momento que te pones tus zapatos deportivos, tu ropa para correr y das el primer paso ya empieza a mejorar tu circulación, incrementa la oxigenación en tu cerebro y aumenta la interacción entre tus neuronas.

Son detalles que no puedes observar, que no percibes pero están pasando y si tú lo decides pueden ser tu motor y predominar por encima del malestar. Al igual pasa cuando haces ejercicio, en que puedes encontrar momentos para descansar y darte cuenta del camino que has recorrido.

Hay algo cierto y es que no existe una fórmula infalible ni una receta mágica para tener éxito, pero cuando empieces tus metas de año nuevo piensa en que a pesar del cansancio y los tropiezos puedes seguir, porque es tu meta, porque tú la escogiste. Que sea difícil no quiere decir que el universo conspira en tu contra y además recuerda que desde que te pones los zapatos algo bueno comienza dentro de ti




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