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Este jueves se cumple el natalicio 163 de la venezolana María Teresa Carreño, considerada la pianista y compositora más importante del mundo durante los siglos XIX y XX. Nació en Caracas el 22 de diciembre del año 1853.

Hija de Manuel Antonio Carreño y de Clorinda García de Sena y Toro. Inició sus estudios de piano con su padre y los continuó con Julio Hohené. El 25 de noviembre de 1862 con apenas 9 años de edad, dio su primer concierto en el teatro Irving Hall de Nueva York. Asimismo, en esta importante ciudad norteamericana recibió lecciones del famoso pianista norteamericano de origen alemán Louis Moreau Gottschalk.

En 1863 actuó como solista en la Filarmónica de Boston. Viajó a Europa, donde los públicos exigentes de París, Madrid, Edimburgo, Londres, aclaman a la niña prodigio. Sus viajes se extendieron por toda América, Australia, Nueva Zelanda y África del Sur.

Realizó un concierto en la Casa Blanca para el presidente Abraham Lincoln y luego se radicó en París (1866).  En esa ciudad francesa tocó ante Pedro Roberto José Quidant, Gioacchino Rossini y Frank Liszt, quien propuso darle clases si se trasladaba a Roma, lo que no pudo llevar a cabo por razones económicas.

Gozó de gran popularidad en Alemania, residiendo en Berlín durante más de 27 años (1889-1916) dedicándose a la enseñanza.

Entre sus obras como compositora figuran: Himno a Bolívar; Saludo a Caracas; el vals A Teresita, dedicado a su hija; el Cuarteto para cuerdas en si bemol y el Bal en revé opus 26.

Residenciada en París, inició su carrera de concertista que la llevó a visitar todos los países de Europa, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y África del Sur, ejecutando importantes piezas clásicas y románticas, acompañada de las más importantes orquestas dirigidas por eminentes maestros.

A mediados de 1885, volvió a Venezuela luego de una ausencia de 25 años; al ser invitada por el presidente Joaquín Crespo a dar un concierto en Caracas. En 1886 durante el tercer período presidencial de Antonio Guzmán Blanco, conocido como la “Aclamación” (1886-1888), fue comisionada por el «Ilustre Americano» para organizar la siguiente temporada de ópera de Caracas.

El último concierto lo ofreció en La Habana, ciudad que la había visto triunfar en marzo de 1917. Antes del concierto fue advertida por el oculista del peligro en que se hallaba y que debía suspender los conciertos y volar a Nueva York. La pianista no obedeció y actuó brillantemente.

A las 07:00 de la noche del 12 de junio de 1917, Teresa Carreño falleció. Nueva York fue su primera tumba. Sus cenizas fueron traídas en 1938 y reposan en el Panteón Nacional desde el 9 de diciembre de 1977.

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