Los aumentos se han producido en áreas más concurridas. (foto referencial).

Andrés Bermudez aún tiene las manos temblorosas momentos después del atentado del sábado en un centro comercial en Bogotá, que dejó tres muertos y nueve heridos: «Estoy vivo de milagro».

«Estaba en el segundo piso, iba a pagar unas facturas. Cuando bajaba, estalló algo en el segundo piso. Me invadió el pánico, me puse nervioso y pensé que hasta aquí llegué yo», relató a AFP a las afueras del Centro Comercial Andino, blanco del segundo ataque con explosivos en lo que va del año en la capital colombiana.

Entonces, vi a «dos personas heridas, gente llorando de pánico. Inmediatamente la gente empezó a bajar», contó, mientras policías, ambulancias y bomberos llegaban al exclusivo paseo de compras, ubicado en la princial zona de bares, discotecas y restaurantes de Bogotá.

Otro testigo que evitó dar su nombre describió la escena: «Estaba saliendo un humo denso, bastante negro y un olor fuerte a caucho. La gente empezó a correr por la explosión que se escuchó, empezaron a correr para todos lados», dijo.

«Tembló el piso» 

Este es el segundo atentado de gravedad este año en la capital colombiana. El 19 de febrero, una explosión cerca de la Plaza de Toros dejó un policía muerto, y otros 23 uniformados y dos civiles heridos, en un hecho que el ELN se atribuyó.

«Yo estaba en el segundo piso. De pronto sonó un bum muy fuerte y tembló el piso. Fuimos a ver y del baño salía mucho humo. De ahí salían personas con ceniza, como con tierra en el cuerpo», relató Milena Cárcenas, empleada de una de las tiendas.

Tras la explosión, los locales fueron cerrados y los clientes evacuados, según testigos.

«Vimos gente llorando y con sangre. Fue en los baños porque salieron unas mujeres llorando. Hubo mucho humo y los de seguridad nos dijeron que evacuáramos», contó Michael Montoya, trabajador de la pastelería Nicolukas del tercer piso.

– La fiesta sigue –

Más allá del impacto en empleados y visitantes, muchos de ellos extranjeros, y de que la zona permanecía acordanada, la música siempre estridente en la llamada Zona Rosa donde está el Andino, sonaba este sábado en las discotecas, aunque menos personas de lo habitual caminaban por los alrededores.

Mientras decidía si ingresaba a la discoteca Retro, John Herrera afirmó que decidió salir para aprovechar la visita de un amigo.

«Es el único momento que podemos compartir, es venir tomarnos algo y ya. Se nota que está muy solo este lugar, pero si pasó ya una vez, no creo que vuelva a pasar dos veces en el mismo lugar», comentó este joven de jeans y camiseta, que no perdía el ánimo de rumba.

Guillermo Rodríguez, en cambio, vigilante de una discoteca cercana, no tenía elección: sus jefes decidieron abrir pese a lo ocurrido. 

«Tienen una inversión acá y tienen que recuperarla. Para mí, es lamentable la pérdida de vidas. Esto está solo, normalmente un sábado aquí hay mucha gente. Para mí es un atentado para afectar el proceso de paz», opinó.

Colombia, que implementa un histórico acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y negocia la paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), busca dejar atrás medio siglo de conflicto armado, que ha dejado 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 7,1 millones de desplazados.




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