UCI

Los pacientes de neurocirugía que padecen de tumores cerebrales, cuyos daños son progresivos a más de tres meses de estar recluidos en el hospital central Antonio María Pineda, en el estado Lara, soportan convulsiones, pierden la vista o audición y hasta dejan de caminar.

Son 11 pacientes que esperan por la intervención, más tardía para quienes claman por un cupo de las dos camas de cuidados intensivos (UCI) para esta área. Además de una larga lista de espera que supera los 50 casos, también siguen complicándose en sus hogares algunas personas, reseñó La Prensa de Lara.

Quedan maniatados en esa realidad del principal centro asistencial, que aun atendiendo pacientes de Portuguesa, Yaracuy y Falcón, solo cuenta con cinco camas en UCI. Una cifra que no entiende el médico Carlos Ángulo, encargado de Neurocirugía, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) exige el 4% de cuidados críticos, de acuerdo a la totalidad de camas del hospital.

Las cuentas no le dan y de las 400 operativas, deberían contar con 16 camas UCI. Ha pedido a la directiva gestionar el acondicionamiento de un ala de este departamento, donde pueden incluirse dos más y así atender a quienes deben ser intubados, luego la intervención.

Realmente se pide la ayuda del Estado a través del aporte de la gobernación y hasta de los gobernantes vecinos, para incluir más camas UCI, rezongó al ser testigo del deterioro de algunos pacientes con aneurismas y tumores cerebrales, lesiones con la columna, entre otros.

La vida en vilo

El aire es casi inalcanzable para José Gregorio Pérez. Su boca está abierta y es tanta la dificultad para respirar, que ese sonido termina de causar angustia en el resto de pacientes. Lo cuida su prima María Rodríguez, quien lo mira con tristeza e impotencia, al venirse desde Acarigua y con la esperanza de salvarle la vida a este señor de 55 años.

Su tumor cerebral avanzó tanto que, además de necesitar oxigeno de vez en cuando, tampoco puede hablar. Al lado de la cama, está la silla de rueda que lo moviliza desde hace pocos meses y del hierro de la cama, guinda una sonda amarillenta con su orine.

Aquí lo mantienen hidratado y con antibióticos, pero desde hace cuatro meses le afectó más toda la parte izquierda del cuerpo, lamenta Rodríguez.

Pero ese suspiro de vida es compartido por Luis Polanco, quien a tres meses de estar recluido, aun tiene fuerzas y ha superado esas crisis por las fallas en su respiración, obligándolo a depender de una bombona de oxígeno. Tiene una lesión fuerte en la médula y a veces hasta los calmantes tardan en el efecto de bajarle la intensidad a sus dolores.

Alianzas que son necesarias

A un año de responsabilidad del área de neurocirugía del hospital central, el doctor Carlos Ángulo menciona los avances con aportes a través del apoyo de instancias privadas. Al recorrer las áreas, precisa que la mayoría de la iluminación se logró de esta manera y la remodelación de dos espacios de aislamiento para los más delicados, que hasta tienen aire acondicionado. La limpieza también se garantiza con los desinfectantes donados.

El área del personal también tuvo sus arreglos, con una nevera que asegura la conservación de sus desayunos y almuerzos. Es parte de la motivación de nuestro recurso humano, que ya bastante esfuerzo realizan para poder llegar a trabajar, señala.

Lea la nota completa en La Prensa de Lara.

 




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