Familiares de Jesse Gabriel Pérez Chávez (29) denunciaron que el albañil fue ultimado por funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales de la PNB (FAES) en el edificio Juana La Avanzadora, en el kilómetro 9 de la carretera Petare-Santa Lucía, sector Mariches, y mientras simulaban un enfrentamiento mantuvieron secuestrados por más de 6 horas a niños y adultos.

«No permitían entrar ni salir a nadie», dijo Ruth Pérez, hermana de Jesse. Los funcionarios llegaron a las 5:00 de la madrugada y levantaron a todos de sus camas.

Con Jesse estaban su esposa y sus tres hijos, de 6, 4 y 2 años. Al hombre lo separaron de la familia, sacándolo del inmueble ubicado en planta baja, mientras una agente femenina le indicaba a la esposa que ella iría detenida con los muchachitos.

La mujer aceptó irse con la condición de que le permitieran dejar a los niños con la abuela que vive cerca y cuando pasaba por la puerta de un apartamento vacío vio a su marido sentado en el piso, con la cabeza envuelta con su franela. Los funcionarios habían violentado la puerta de ese inmueble y estaban amedrentando a Jesse.

«Estaba vivo y no portaba arma», dijo su esposa. Luego lo bajaron para el segundo sótano y fue cuando empezamos a escuchar tiros, de a dos y de a tres, aislados, luego una ráfaga.

Los funcionarios derribaron puertas, revisaron todos los espacios, mantuvieron a las familias aisladas desde las 5:00 de la madrugada hasta las 11:00 de la mañana, y el único fallecido fue Jesse. «Lo mataron de un tiro en el pecho y le sembraron un revólver. No era delincuente. Nunca estuvo preso».

Los familiares denunciaron que los amedrentaban con sus armas delante de los niños. «Nos insultaban, nos gritaban groserías, sal de aquí maldita, nos empujaban, robaron los apartamentos que estaban solos porque sus ocupantes estaban trabajando».

Ruth Pérez aclaró que por vivir en un barrio ó en una invasión no quiere decir que todos seamos ladrones, delincuentes. «Señor presidente, tremenda ayuda nos está dando con estos policías que lo que hacen es matarnos. Son unos asesinos”.

La hermana del fallecido contó que después de simular el enfrentamiento recogieron todos los casquillos y se los llevaron. «Hemos denunciado dos veces en la Fiscalía los desmanes de ese cuerpo policial, pero por la muerte de Jesse acudiremos a esa y otras instancias pidiendo justicia».

El edificio, de 3 pisos y dos sótanos, fue sede de la escuela de agentes y detectives de la extinta PTJ. Luego quedó abandonado, pasó a ser un refugio y ahora viven 68 familias que invadieron el inmueble desde hace 8 años esperando que el gobierno les adjudique una vivienda digna.

 

 




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