Foto: Las Mayores

Es una tradición muy especial del Día Inaugural en Safeco Field. Un niño que sufre de algún padecimiento grave, escogido en conjunto con la fundación Make-A-Whish (Pide Un Deseo), corre las bases antes del primer pitcheo y al llegar al plato es recibido con los brazos abiertos por varios jugadores de los Marineros para de esa forma dar inicio a la temporada.

Pero la tarde del lunes, será un momento particularmente significativo para el venezolano Félix Hernández, quien tendrá la oportunidad de recibir a una niña de 8 años, Sophia Robinson, cuando la pequeña termine su recorrido de 360 pies en frente de los 45,000 aficionados, justo antes de que Seattle se mida a Houston en su debut en casa en el 2017.

La estrella de los Marineros conoció a la pequeña de Anchorage, Alaska, hace cuatro años como parte de otra gestión de Make-A-Wish. La niña y su familia habían preguntado si era posible compartir con algunos de los jugadores de los Marineros antes de un encuentro de temporada regular en Safeco Field.

Hernández se dedicó de lleno a la pequeñita, que estaba lidiando con una seria condición del corazón. Juntos se sentaron en la tierra de la pista de seguridad frente al dogout para dibujar figuras. Después fue su anfitrión dentro del clubhouse y en el comedor de los jugadores.

«Recuerdo que tuvimos una competencia para ver quién comía más corn dogs«, recordó Hernández con una sonrisa. «Fue divertido. Ganó ella».

Pero Hernández no dejó las cosas ahí. El as de los Marineros se mantuvo en contacto con Sofía y su familia. Los ha recibido para cenar en su casa de Seattle cuando los Robinson han tenido que regresar a la ciudad para las frecuentes visitas al hospital. También ha mantenido una amistad con Sophia, con quien se envía mensajes de texto. Y no, no hablan de cómo está lanzando Félix.

«Nos escribimos muchísimo. Casi todas las semanas», dijo Hernández. «Hablamos de la vida. De eso es que hablamos».

Es una amistad muy especial para una niña que ha tenido que someterse a seis cirugías de corazón y que tendrá que pasar por una séptima. Sufre de una condición conocida como Defecto del Septo Ventricular (una especie de hoyo congénito en el corazón), además de una reducción de la arteria aorta que lleva la sangre a sus órganos.

«Seremos amigos por siempre. Es una niña muy fuerte», dijo Hernández. «Es alguien muy especial».

También lo es el nexo que ha creado el pitcher de 31 años con una familia que aprecia el esfuerzo que hacen todos los jugadores Marineros para ayudarlos.

«Se nota que ha creado un impacto en ellos y que están genuinamente interesados», dijo Talia Robinson, la madre de Sophia. «Cuando ves a alguien de 1,90 metros y 104 kilos haciéndole caritas para hacerla reír, pues se te derrite el corazón».

Hernández, que tiene dos hijos, entiende el sentimiento. Y estará feliz de poder saludar nuevamente con los brazos a su pequeña amiga cuando cruce el plato la tarde del lunes.

«Por tratarse de alguien que conozco, eso lo hará aún más especial», dijo Hernández. «Ella es increíble. Ahí la estaré esperando. Se va a poner muy contenta».

Con información de Las Mayores




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