En Valencia, la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC), se ha convertido en una tradición. En estos días la periodista Sandy Aveledo recordaba que, en 1998 se montó una humilde exposición con venta de libros, que resultó ser la inspiración de lo que posteriormente sería FILUC. Esa primera feria de la que habla Sandy, se llamó “Expolibro”, como las siguientes cuatro exposiciones. Ya son veintiún años celebrando esta maravillosa feria y, a pesar de las situaciones difíciles que ha enfrentado el país, en las que las universidades han sido altamente maltratadas, FILUC ha sido un ejemplo de lucha, entereza y constancia.
Con el pasar de los años vimos cómo FILUC fue creciendo. Pasó de exponer en la plaza Montes de Oca a hacerlo en centros comerciales, cada vez de mayor tamaño, llegando a tener stands de ciento treinta países. En aquella época de grandeza, mi comadre, Lucía Montanari, compuso un jingle que grabamos Las Brujas y Zuzón de la Universidad de Carabobo que invitaba por radio al valenciano, a asistir a la FILUC y también se dejaba escuchar en la feria, de vez en cuando, mientras el visitante compraba libros. Ahora el jingle sigue sonando en una emisora de aquí de Valencia, con la misma intención.
En FILUC se presentaban los grupos de la Dirección de Cultura de la UC, como El Grupo de Música Popular Latinoamericana, UC Jazz y Las Brujas y Zuzón, además de grupos invitados de otras instituciones, del estado y de la nación. Y a los profesores nos otorgaban un bono que nos permitía llevarnos libros, como regalo de la universidad, aparte del crédito que también se nos autorizaba, utilizando las ventajas de IPAPEDI.
Yéndome todavía más atrás en el tiempo, cuando entré a dar clases en la Universidad de Carabobo, en 1989, se estrenaban varias especialidades, entre ellas, Educación Musical, Educación Especial y Educación Preescolar. Como concursé por Didáctica Especial de la Música, de alguna manera, también me seleccionaron para dictar la asignatura de música en esas otras dos especialidades, Educación Especial y Preescolar, en un departamento cuyo nombre mi memoria no me ayuda a recordar y que ahora se llama Pedagogia Infantil y Diversidad.
En ese departamento conocí gente maravillosa. También se estrenaban Cruz Mayz y Elisabel Rubiano, dos profesoras admirables que, aunque hayan pasado los años, se mantienen igual de jóvenes, igual de creativas e igual de trabajadoras competentes. En aquellas especialidades de Preescolar y Especial, como les llamábamos, casi todos los estudiantes eran mujeres, muchachas luchadoras. Una de las alumnas que recuerdo con más cariño es precisamente Rosa María Tovar. Por eso no me extrañó cuando la nombraron presidente del comité organizador de FILUC. De hecho, el año pasado, la Sociedad Amigos de Valencia, le otorgó a Rosa María Tovar, un diploma de reconocimiento por su constante y valiosa labor en la promoción de la cultura y la educación en la región.
Hoy las cosas han cambiado para el venezolano. Nuestros sueldos son de los más bajos del mundo y aquello de “profesor a dedicación exclusiva”, es más bien una prisión para el que la sufre, porque hay docentes que, para sobrevivir, tienen que trabajar, obligatoriamente, en otros ramos. Pero FILUC sigue ahí.
La FILUC, depende de la Dirección de Medios y Publicaciones de la Universidad de Carabobo, y desde hace unos años, bajo la acertada dirección de Rosa María Tovar y su equipo, se ha convertido en una sólida organización con metas claras y sentido de compromiso y en una referencia nacional e internacional en materia de promoción cultural y difusión del hecho literario.
Para esta última edición, la número 21, que se llevó a cabo en la Galería Universitaria Braulio Salazar, ocho países se hicieron presentes, además de cuarenta editoriales, sin dejar de mencionar la producción literaria obtenida de las facultades de nuestra máxima casa de estudios. El objetivo es el mismo de siempre, ser un evento clave para promover la lectura y la cultura en la región. Otra cosa que no faltó fue el Chamario, para los más pequeños. Y en las noches, también hubo presentaciones musicales, donde incluyeron algunos grupos gaiteros de colegios valencianos, producto de FIGA, el Festival Intercolegial de Gaitas y Artes, algo de lo que ya he hablado en alguna oportunidad.
Después de varios años separada de mi querida universidad, gracias a mi condición de jubilada, haber asistido a la inauguración de la FILUC y, en los días siguientes, a algunas magníficas ponencias, fue para mí algo maravilloso. Encontrarme con mis compañeros de siempre y con mi gente de Valencia, en este ambiente universitario, me llenó de esperanzas. Todos los eventos contaron con total asistencia. Sin duda, FILUC es éxito seguro y un símbolo de constancia.