Las enormes presiones a las que sometemos nuestros sistemas físicos orgánicos, en particular el sistema cardiovascular, están asociadas (en directo o indirecto) con el trabajo del cual se ocupa otro sistema de presiones, nuestro maravilloso cerebro humano: ¡Ese elaborado, poderoso, y funcional sistema cuyas actividades son de orden psicológico! Entre estos dos notorios sistemas del organismo, se encuentran repartidas las más grandes presiones o tensiones que podamos llegar a disfrutar o sufrir, a diario, con la intermediación, sabia y oportuna, de nuestra consciencia.

Conociendo ahora un poco más sobre esta actividad de nuestro organismo físico, y su administrador psicológico, estamos en mayor capacidad de aprender más sobre como trabajar actividades que nos son tan familiares; como, por ejemplo, sobre el soñar y nuestros sueños: ¿Qué opinamos de ellos? ¿Cómo nos afectan? ¿Por qué aumentan o disminuyen en ocasiones? Pero, también, aprendemos a tener en alta consideración que si deseamos que nuestros sueños se nos conviertan siempre en una realidad, ¡tenemos que despertar de ellos! ¡Soñar despierto tiene límites!

Y continuamos aprendiendo, de poco a poco, pero sin flaquear. Aprender, como nos lo muestra un siguiente ejemplo, que nos muestra como nos urge la necesidad, muy humana, de defender el optimismo. Ernest Hemingway (1899-1961), premio Novel de literatura, llegó a decirnos sobre esto y con soltura que: “El mundo es un hermoso lugar, que vale la pena defenderlo, y yo detesto dejarlo”. Sin embargo, ¿Qué opinan sobre el optimismo quienes nos leen, si ahora les enteramos que el escritor se quitó la vida años después, ante el apremio por los graves problemas que le afectaban?

¿Podremos lograr un mundo mejor al acallar los temores, miedos, y terrores, que se ocultan o disfrazan bajo “formas amorfas” inesperadas? ¿Podríamos canjearlos (cambiar) por fracasos”; los cuales, como ya está demostrado, pueden servirnos como actos de maduración, para revisarnos, aprender, y hasta disculparnos? ¿Podemos canjear los miedos por temores, o hacer lo contrario, al entregarnos al sufrimiento morboso y destructivo? ¿Qué dice la gente madura y confiable sobre esto? ¿Qué opinas, buen amigo y lector?:

Unas líneas atrás, habíamos comenzado hablándoles sobre las enormes presiones a las que nos someten nuestros sistemas orgánicos, cardiovascular y psicológicos, en particular. Nos quedamos con las ganas de explorar más sobre asuntos precisos que nos sirven de autoayuda beneficiosa. ¡Vivimos la vida entrampados, enrollados! ¿pero, todos? ¿Aprendimos a contaminar y contaminarnos con ruido, y contaminar el ambiente bio-psico-social? ¿Pero, todos?

Recordemos que existen la calma, la cordura, el disfrute del silencio. ¡Y no somos todos en el mal; solo que debemos ganar poder de persuasión? ¡Poder de triunfo!




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