Foto: Archivo

El torneo más importante del continente arrancó como de costumbre en el primer mes del año. La ahora llamada Conmebol Libertadores está en medio de un proceso de cambios significativos en el formato de competencia, la integración con la Copa Sudamericana y modernización de la antigua imagen.

Previo al comienzo de la nueva etapa se conocieron distintos detalles. La Federación Mexicana de Fútbol en consenso con sus equipos, decidió no participar a partir de este año en la cita continental, debido a que quieren tener más protagonismo en su torneo: Copa de Campeones de Concacaf.

Ante esa medida se integró una etapa al organigrama de la Libertadores: Primera fase. Este periodo lo disputaron seis equipos en tres llaves. Uno de los conjuntos participantes, era el segundo mejor ubicado en la tabla acumulada del balompié venezolano, Deportivo Táchira.

Deportivo Táchira recibió la vuelta en San Cristobal/ Foto: Archivo

El aurinegro que se preparó para jugar Sudamericana le cayó de gran forma su inclusión en el torneo más prestigioso de América. Ante esa situación, el equipo de San Cristóbal con nuevo dueño y patrocinante, se movió en el mercado: Logró contratar al colombiano Santiago Escobar como su director técnico e incorporó a sus filas jugadores de jerarquía como Víctor Aquino, Giovanny Romero, Daniel Benítez, Josmar Zambrano y Pedro Ramírez.

Con lo invertido y lo planificado, ¿Cuál era el objetivo del conjunto andino? Trascender. Al menos de la primera etapa de la Libertadores para intentar meterse en la Fase de Grupos.

La oncena de Escobar enfrentó a Deportivo Capiatá en la instancia inicial. Su primer partido oficial lo disputó en Paraguay, donde cayó derrotado 1-0 ante el combinado guaraní. La vuelta en San Cristóbal terminó en empate sin goles y el Deportivo Táchira quedó eliminado temprano sin marcar un tanto ni mostrar buen fútbol.

La misma historia en Valencia

El Granate en el encuentro de ida de su llave ante Junior/ Foto: El Heraldo

Un histórico Carabobo obtuvo su pase a la segunda Fase Previa y debía pasar dos eliminatorias duras para acceder a la etapa de grupos. El primer contrincante del Granate era el Junior de Barranquilla, equipo colombiano con mucha historia en su país y con rodaje en certámenes internacionales.

En la antesala se apreciaba una eliminatoria pareja, ambos conjuntos empezaban procesos nuevos y contaban en sus filas con incorporaciones que tardarían en unirse a la dinámica de cada equipo.

La directiva presidida por Jimmy Ayoubissa no pudo concretar la estadía del mejor entrenador en la historia (sus números lo avalan) del plantel. Juan Domingo Tolisano no renovó con el club y con ello, fue nombrado el boliviano Julio Cesar Baldivieso como nuevo estratega Granate.

Baldivieso se incorporó a la institución carabobeña el cinco de diciembre de 2016, ese mismo día comenzó sus trabajos con el plantel que estaba en la primera fase de la pretemporada. Carabobo contó con casi dos meses de preparación antes de debutar en la Libertadores, lo que llevó a pensar que la oncena del técnico boliviano iba a plasmar parte de su idea de juego.

El partido ante Junior fue de gran rendimiento. El Granate salió a buscarlo y le generó mucho peligro al conjunto cafetero, sin embargo, con un gol de otro compromiso, los dirigidos por Alberto Gamero se llevaron la victoria y sacaron a relucir su experiencia en el continente.

En Cartagena fue otra la historia, se vio un elenco valenciano desdibujado y fue superado en todos los aspectos. Carabobo cayó  3-0 con una gran actuación de su arquero Leonardo Morales.

La continuidad como factor fundamental

Luego de un sondeo a fanáticos del balompié criollo en las distintas redes sociales se determinó que para un 80% de la opinión pública el factor más relevante para la eliminación de ambos planteles, fue la no continuidad de los procesos técnicos en sus banquillos. Ni Tolisano ni Maldonado pudieron dirigir la competencia que ellos lograron obtener, por esa razón, para la población consultada los equipos venezolanos no tuvieron éxito.

Cuando se recurre a las estadísticas, parece ser sustentable la opinión de la afición deportiva venezolana. Carabobo FC quedó primero en la tabla acumulada de 2016 con 69 puntos, producto de 20 victorias nueve empates y ocho derrotas. El aurinegro, se quedó a una unidad de los valencianos, sumaron 68 tras ganar la misma cantidad de encuentros, igualar ocho y caer derrotados en nueve ocasiones.

Los de Tolisano se ubicaron segundos en menos goles recibidos con 37, solo por detrás de Caracas FC. El equipo de Maldonado recibió 39 y fue cuarto en el renglón. En cuanto a ofensiva, el elenco industrial también ocupó la segunda casilla tras marcar 64 tantos, cuatro menos que Zamora. Táchira no fue tan contundente de cara al arco y solo concretó 49 goles, estadística que lo ubicó como noveno en esa faceta.

Con los números presentados, parecía ser algo lógico darle continuidad a los procesos para aspirar a trascender en el contexto internacional.

Más allá de lo planteado, hay un aspecto fundamental en el fútbol moderno. El ritmo de juego que pueda tener un plantel influye directamente en el rendimiento de cada una de las piezas que se posea un sistema táctico. ¿Es una realidad esta teoría? Los conjuntos venezolanos que actualmente juegan Copa Sudamericana se han encargado de mostrar que es no es un mito.

El Deportivo Anzoátegui consiguió golear a Huracán de Argentina 3-0 en Puerto La Cruz. Atlético Venezuela en su primera participación internacional derrotó 0-1 a Palestino en Chile. Caracas FC empató a un tanto contra Cerro Porteño en Paraguay.

Es injusto hacer comparaciones entre los rivales, pero es evidente que los planteles de estos tres conjuntos venezolanos no superan en jerarquía y talento (al menos en cuanto a nombres) a los del Carabobo y Deportivo Táchira.

Las instituciones que disputan la segunda copa más importante del continente, acumularon antes de encarar el plano internacional, cinco compromisos de torneo local, en donde pudieron amoldar la idea y aportar ligereza a sus futbolistas, añadiéndole minutos de competición oficial y mejorando de esa forma los aspectos físicos.

Salvo Anzoátegui que dio continuidad a su proyecto con Nicolás Larcamon, Caracas y Atlético se asemejan a la realidad del granate y el aurinegro. Ambos cambiaron de DT para el presente semestre y en el caso de los capitalinos, pudieron nivelar las cargas de la pretemporada en el arranque del torneo.

El formato y las fechas permitieron a cada uno de estos tres clubes llegar con jornadas a sus espaldas, misma situación que tendrá Estudiantes de Caracas en Sudamericana, además de Zulia y Zamora en Libertadores.

El Deportivo Táchira no tenía opción, su fase arrancó antes del torneo domestico. Carabobo tuvo la oportunidad de chocar en su primera jornada ante Mineros de Guayana pero su director técnico no lo consideró pertinente. Además, antes de jugar la vuelta, pudo viajar a Maracaibo a enfrentar al Deportivo JBL Zulia y el boliviano tampoco quiso disputar minutos en el campo local.

La naciente Asociación de Fútbol Venezolano, sugirió hace un par de años el cambio de formato: La liga pasó a jugarse en año calendario, y uno de los principales motivos, era que los equipos del medio local llegaran con pocos cambios en sus planteles y ritmo de juego a escenarios internacionales. Los que jugarán Fase de Grupos podrán disfrutar del beneficio, sin embargo los dos que ya no tienen la Libertadores, no pudieron disputar compromisos oficiales en el campeonato nacional.

Más allá de los factores establecidos y de las razones que llevaron a la eliminación, hay una realidad muy clara. Por historia, plantel e inversión, se puede considerar principalmente la actuación de Táchira como fracaso. El rival era accesible y el aurinegro se armó para jugar la Libertadores.

Carabobo contrató a Baldivieso con el argumento de su experiencia internacional, pues para la directiva era un objetivo trascender, pese a esa realidad dirigencial, el rival era de mucho peso y realizó fichajes de gran categoría para aspirar instancias decisivas en el torneo.

La próxima semana Zulia y Zamora harán su estreno en el torneo de clubes más importante del continente, ambas instituciones arribarán con muchos minutos en fútbol criollo. Negriazules y blanquinegros tendrán la tarea de demostrar que lo sucedido en la Sudamericana no fue casualidad y que el cambio de formato sirvió para aumentar el nivel en el medio internacional.




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