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El tiempo corre: en 2018 habrá elecciones presidenciales en Venezuela y la oposición, fracturada por asuntos como los comicios de alcaldes del próximo domingo, enreda sus posibilidades de evitar un nuevo mandato de Nicolás Maduro.

Aunque la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) renunció a participar en bloque en las municipales, partidos y dirigentes de esa coalición presentaron candidaturas alegando que no deben «ceder» espacios.

Las principales agrupaciones se marginaron tras denunciar un «fraude» en las regionales del 15 de octubre, en las que el chavismo ganó 18 de 23 gobernaciones.

Esa decisión allanó el camino para un nuevo triunfo oficialista el domingo, que llegaría luego de que el vicepresidente, Tareck El Aissami, anunciara que Maduro buscará la reelección.

A ello se suman diferencias por las negociaciones que emprendió la MUD con el gobierno de Maduro en República Dominicana para intentar resolver la aguda crisis política y económica, aún sin acuerdos.

«Va a haber una elección presidencial y es una posibilidad de voltear la tortilla, si y solo si la oposición presenta un solo candidato y un único discurso», dijo a la AFP Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD entre septiembre de 2014 y febrero de 2017.

La consultora Eurasia Group estima que la «profundización de las divisiones» en la MUD podría ser aprovechada por el gobierno para adelantar las presidenciales al primer trimestre de 2018. Están pautadas para diciembre.

– «Implosión» –
Tras ganar de forma aplastante las parlamentarias de diciembre de 2015, la MUD encajó sucesivos reveses pese a la erosión de la popularidad de Maduro por la crisis y la ascendente presión internacional, que acabó con sanciones financieras de Estados Unidos.

Un referendo para revocar el mandato de Maduro fue bloqueado en 2016 por el Poder Judicial -acusado de servir al oficialismo- e iniciativas legislativas para destituir al mandatario fracasaron en 2017.

Hoy, algunos dirigentes critican el diálogo por considerarlo una «traición» tras la muerte de unas 125 personas en masivas protestas entre abril y julio, y una treta de Maduro para «ganar tiempo».

Torrealba atribuye las fracturas a la «irrupción de protagonismos presidencialistas» que creían que la coalición bloqueaba el «crecimiento de sus franquicias».

«Maduro no fue capaz de derrotar a la MUD (…), la MUD fue objeto de un proceso de implosión», se lamenta.

En medio de manifestaciones que exigían su salida del poder y derivaron en violentos disturbios, Maduro instauró una Asamblea Constituyente que rige con poderes absolutos y está integrada únicamente por chavistas.

Tras apagarse la calle, la oposición acudió a las urnas el 15 de octubre contra el rechazo de líderes como María Corina Machado. «No son elecciones, son adjudicaciones», dijo a la AFP.

La MUD se dividió aún más cuando cuatro de sus cinco gobernadores cedieron a la exigencia de juramentarse ante la Constituyente -desconocida por la coalición- para poder asumir sus cargos.

La elección del otro aspirante fue invalidada por no subordinarse, mientras el excandidato presidencial Henrique Capriles se retiró de la MUD que, según Machado «dejó de existir».

– Cuestión de necesidad –
Héctor Navarro, exministro del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013) que adversa a Maduro y a la MUD, cree que el mandatario aprovecha las debilidades de la coalición. «No es que tú estés mejor, sino que el otro está peor», declaró a la AFP.

Explotando las divisiones, Maduro agradeció el fin de semana el «espíritu colaboracionista» de los negociadores de la MUD en Dominicana.

La oposición, además, tiene a dirigentes emblemáticos presos, como Leopoldo López, o inhabilitados, como Capriles.

Aunque el gobierno luce cohesionado, Navarro advierte de fisuras que crecerán. Analistas consideran una señal de ello la cruzada contra la corrupción en la petrolera PDVSA, que llevó a la detención de altos jerarcas.

Líderes opositores han planteado acelerar la convocatoria a unas primarias para escoger al contendor de Maduro, previendo un anticipo de elecciones.

El politólogo Luis Salamanca cree que a pesar de todo la oposición terminará reagrupándose. «Hay una necesidad más fuerte que los pleitos internos: evitar la reelección de Maduro», declaró a la AFP.




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