Cerca de 1,3 millones de fieles acudieron a una misa por el Papa Francisco el sábado en la ciudad colombiana. (AFP)

Ante más de un millón de fieles en Medellín, el papa Francisco lanzó el sábado un fuerte llamado a la Iglesia a renovarse, dejar el confort e involucrarse en la reconciliación en países como Colombia, que han sido castigados por la violencia.

El jefe del Vaticano, que desde el inicio de su pontificado en 2013 ha promovido un clero más cercano a los pobres, hizo un nuevo llamado de atención a la Iglesia desde Medellín, una ciudad de profundas raíces católicas y otrora capital mundial del narcotráfico.

«Ahora también la Iglesia es ‘zarandeada’ por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo», dijo Francisco en la tercera misa multitudinaria que oficia en el marco de una visita de cinco días que concluirá este domingo en el puerto de Cartagena.

El papa agregó que los sacerdotes y jerarcas eclesiásticos son «interpelados» por un «clamor de hambre y justicia», y que en Colombia además se espera que se comprometan en la reconciliación de una nación lacerada por medio siglo de enfrentamiento armado con millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.

Después de alentar decididamente el acuerdo que permitió el desarme y transformación de la guerrilla comunista de las FARC, en misas que congregaron a casi dos millones de fieles en Bogotá y Villavicencio, Francisco se enfocó de nuevo en la Iglesia.

 Humildad como «ejemplo»

Desde la ciudad con más templos en Colombia, el papa pidió que se involucre más con los más desfavorecidos aunque para «algunos eso parezca ensuciarse, mancharse».

«Se nos pide crecer en arrojo, en un coraje evangélico que brota de saber que son muchos los que tienen hambre, hambre de Dios, hambre de dignidad, porque han sido despojados», expresó.

La multitud respondió con aplausos la prédica del primer papa jesuita y latinoamericano, de 80 años de edad.

«La humildad de Francisco es un ejemplo, y la Iglesia se debe comprometer más, porque el comportamiento (del papa) tiene credibilidad», dijo a la AFP Mónica Arias, una mujer de 50 años que viajó hasta Medellín desde Apartadó, una zona bananera castigada por el conflicto.

La visita a Medellín tiene un significado especial para el papa, porque fue en esta ciudad donde la jerarquía católica de América Latina se comprometió en 1968 con la llamada «opción preferencial por los pobres».

El papa argentino aprovechó su paso por Medellín para reforzar el llamado al clero en Colombia a que apoye la reconciliación tras el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los diálogos en curso con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), última guerrilla activa.

El miércoles les había recordado a los obispos que no eran «políticos» sino pastores, en una alusión a las voces que desde la Iglesia han criticado el pacto con los rebeldes.

El papa Francisco orando frente a una foto de la «Virgen de la Candelaria» durante una misa en el aeropuerto Enrique Olaya Herrera en Medellín, Colombia, el 9 de septiembre de 2017. (AFP)

 «A ver si cuadra la paz»

Jorge Mora, un campesino de sombrero y poncho, de 65 años, que viajó cuatro horas en autobús para la misa del papa, cree que la Iglesia también debería acompañar el esfuerzo del presidente Juan Manuel Santos, duramente criticado por sectores de derecha que cuestionan las que juzgan como concesiones a la rebelión comunista.

«El papa viene a ver si cuadra esta paz del todo», expresó a la AFP Mora, a quien presuntos paramilitares le mataron dos sobrinos.

Con dos millones de habitantes, Medellín no es solo una ciudad moderna y de vocación católica que intenta superar años de violencia del narcotráfico, sino también una de las que más se oponen a la política de paz de Santos.

El mandatario enfrenta la oposición sin tregua de su antecesor Álvaro Uribe (2002-10), un líder de derecha muy popular en el país que fracasó en su intento de derrotar militarmente a las FARC pese a los contundentes golpes que les propinó.

Ahora Uribe acusa a Santos, su exministro de Defensa, de entregar el país a los rebeldes. Ausente en las dos misas anteriores, el exmandatario escuchó al papa en Medellín como «un peregrino más», según dijo a la prensa.

Francisco ha respaldado sin ambages los esfuerzos de paz de Santos, pero también ha exigido «verdad y justicia» para las víctimas del conflicto, con cuyos representantes se reunió el viernes en Villavicencio.

Ya convertidas en partido legal, las FARC se someterán a una justicia especial que prevé que los responsables de delitos atroces, incluidos agentes del Estado, eviten la cárcel si confiesan sus crímenes, reparan a las víctimas y prometen nunca más ejercer la violencia.




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