Este fin de semana fuimos testigos del mayor fraude electoral en la historia, cuando Tibisay Lucena fiel a su costumbre y obedeciendo las órdenes de la dictadura, anunció al país la participación de más de 8 millones de venezolanos, superando incluso la mayor cantidad de votos sacada por el presidente Chávez incluso en su mejor momento.

Una mentira que les resultó insostenible, pues a las pocas horas de anunciar los resultados ya habían más de 40 países que desconocían la elección, entre ellos se incluía Suiza, el país más neutral del mundo, fijó posición en contra de la dictadura. Y por si esto fuera poco, el CEO de Smartmatic, Antonio Mugica, anunció en una rueda de prensa desde Londres tener evidencias de que los resultados de este domingo fueron alterados por el CNE para aumentar la cantidad de participantes.

El presidente de Smartmatic habla de por lo menos 1 millón de votos de diferencia, mientras la agencia de noticias francesa Reuters afirma que de acuerdo a datos del mismo CNE a las 5:30 PM sólo habían votado 3,7 millones de venezolanos, esto sin tomar en cuenta que la falta de controles, ausencia de tinta indeleble y cambios de última hora que favorecieron las posibilidades de que una persona pudiera votar en más de una oportunidad.

También fuimos testigos de cómo fueron secuestrados en la madrugada nuestro hermano Leopoldo López y el alcalde Antonio Ledezma por efectivos del Sebin, tratando de generar temor en todos los venezolanos para hacernos creer que con la Asamblea Constituyente ellos vuelven a tener el control de la situación. Pero aquí nadie se rinde, ni ellos desde sus celdas ni nosotros en la calle, porque ya son más de 120 días de lucha y que no descansaremos hasta hasta lograr la libertad de Venezuela.

Sabemos que no nos tocó un camino fácil, pero también sabemos que nada de lo que vale la pena en la vida es fácil de obtener y es precisamente eso lo que nos impulsa a continuar en esta lucha. Estamos cerca de conseguir nuestro propósito porque históricamente todas las dictaduras recrudecen sus acciones en sus momentos finales. Así fue con Pinochet en Chile, con Pérez Jiménez en nuestro país y Nicolás Maduro no será la excepción.

Así que no podemos permitir que la desesperanza invada nuestros corazones, porque la libertad de Venezuela está a la vuelta de la esquina, nuestro país nos necesita ahora más que nunca, recordando siempre se hace más oscuro justo antes del amanecer, y cada día que sigamos en la calle, fiel a nuestros principios e ideales estaremos más cerca de alcanzar la libertad de Venezuela. Fuerza hermanos, juntos lo vamos a lograr.




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