Después de 18 días de haber ocurrido la tragedia en la Comandancia de la Policía de Carabobo, donde murieron 67 internos y dos mujeres que estaban de visita, finalmente Rosana Silva pudo dar cristiana sepultura a su marido.
El cadáver de Jefferson Hernández de 23 años, quedó calcinado por completo lo que hizo imposible que lo reconocieran sus familiares. De la comandancia policial lo llevaron a la morgue del Hospital Central de Maracay, donde fue preservado mientras se le hacían los estudios de ADN, que duraron 15 días.
A los padres de Hernández les tomaron las pruebas en Valencia, para hacer la comparación genética. Los resultados se ofrecieron para el martes 10 de abril, pero fue el jueves 12 abril cuando llamaron a los familiares para indicarles que había dado positivo. Es decir, era el cadáver de Jefferson Hernández.
El viernes retiraron el cuerpo y lo llevaron a la casa de sus padres en el barrio Ruiz Pineda, donde lo velaron en el patio. El sábado amigos y familiares lo acompañaron al cementerio municipal donde le dieron cristiana sepultura.
Hernández estaba detenido junto a otros tres amigos, por haberse robado un cochino en la vía hacia El Paíto. Otro del este grupo también resultó muerto en la tragedia de la comandancia policial y los otros dos, sufrieron quemaduras leves y fueron trasladados al penal de Tocuyito.
Junto a Rosana procreó a un niño que conoció tras las rejas, pero que ahora quedó huérfano. La joven y sus familiares lamentan que por retardo procesal, el muchacho no terminó su juicio donde podría haber quedado en libertad. Año y medio estuvo detenido en el comando de la Navas Spínola, donde se convirtió en una de las 69 víctimas de la tragedia que enlutó a muchos hogares venezolanos.
