(Foto AFP)

Sentada sobre una pila de escombros de adobe, una mezcla de lodo seco y paja, Keily Morales espera por ayuda para remover de la calle los restos de su casa en Tacaná, un poblado en el oeste de Guatemala golpeado por el terremoto de este viernes en México.

Al lado de la joven mujer juega su hija Dayarli, de 4 años, quien con una sonrisa salta entre los grandes bloques derrumbados de la vetusta vivienda en esta localidad enclavada en las montañas del altiplano guatemalteco, fronterizas con México.

«Cuando vino el temblor se vino todo esto, yo corrí con mi familia», narró a la AFP esta ama de casa de 25 años, desconsolada al ver en ruinas la casa que habitó en el centro del municipio.

Tacaná, con una población que no sobrepasa los 10.000 habitantes, fue una de las zonas más golpeadas en Guatemala por el poderoso terremoto de 8,2 grados que sacudió el sur de México.

Según el gobierno mexicano, el sismo considerado como el peor en ese país en los últimos 100 años, dejó al menos más de medio centenar de muertos.

Mientras que autoridades de protección civil de Guatemala contabilizan cuatro personas heridas y decenas de damnificados, además de 3.518 personas afectadas por la interrupción de servicios básicos y derrumbes en carreteras.

«Ya no puedo estar aquí porque da miedo», señaló Keily, quien junto con su esposo y dos hijos se trasladarán a la casa de su abuelo, en un barrio cercano.

– «Pensaba que iba a morir» –
Desde el ingreso al poblado, ubicado 175 km al oeste de Ciudad de Guatemala, se puede observar la destrucción que causó el tremor de tierra.

La municipalidad de Tacaná ha contabilizado 159 viviendas en alto riesgo, 605 con daños severos, 96 con leves y 230 con moderados. Además, en varios sectores del pueblo está interrumpido el servicio de energía eléctrica y el suministro de agua residencial.

Varios deslaves en la carretera y el muro de una escuela completamente destruido son algunas de las secuelas del terremoto que provocó terror entre los habitantes de esta localidad, muchos dedicados a la siembra de papa y maíz.

En el corazón del pueblo, que cuenta con una minoría de pobladores indígenas de la etnia maya-mam, se observan grietas en el templo católico y la casa parroquial, que también funciona como centro de atención para los migrantes que se dirigen a México en ruta a Estados Unidos.

El sacerdote local, el italiano Angelo Esposito, de 44 años, relató a la AFP que el edificio sufrió severos daños tras el potente temblor y que, por poco, queda atrapado en su interior.

«Yo pensaba que me iba a morir», relató el religioso con seis años de misión en Tacaná.

– «Nube de polvo» –
En otro sector del centro de Tacaná colapsó un edificio de cuatro pisos.

«Escuchamos como una explosión y luego vimos una nube de polvo», detalló a la AFP Jorge Petz, un radiotécnico de 59 años, quien ayudó a rescatar a una pareja de abogados que trabajaban y residían en el inmueble que cedió al embate del fenómeno.

El terremoto también fue calificado por las autoridades guatemaltecas como el más poderoso en este país centroamericano.

Un movimiento telúrico menos fuerte en 1976 que tuvo una intensidad de 7,5 grados dejó 25.000 muertos y pérdidas millonarias.

«Gracias a Dios que no hay víctimas mortales porque se sintió muy fuerte», agregó el bombero voluntario Víctor Mérida, quien con su uniforme naranja realizaba un recorrido para verificar más daños.

«Es un milagro de Dios», afirmó el socorrista.




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