Fuerza y Fe, Venezuela”, con estas palabras termina su carta abierta a la nación venezolana Leopoldo López, invitándonos, con su ejemplo de templanza, coraje y por supuesto, fuerza y fe, a perseverar en esta lucha contra el despotismo y la ruindad de un régimen que se ha empeñado en expropiarnos el porvenir….

El diccionario de la Real Academia Española aporta dieciséis definiciones para la palabra fuerza, un término derivado del latín fortia. Resumiendo el asunto, la RAE señala a la fuerza como la fortaleza, la robustez, el poder y la habilidad para sacar o desplazar de lugar a algo o a alguien que posea peso o que ejerza resistencia (por ejemplo, se necesita fuerza para sostener tan desigual enfrentamiento contra la brutalidad de las fuerzas represivas gubernamentales); la canalización concreta delpoder físico o moral (“Esa madre tuvo mucha fuerza, a pesar de tan vil asesinato, logró se hiciese justicia”)…

Fernando Egaña anotaba hace pocos días que en la lucha política venezolana no sólo son necesarios los valores y principios democráticos, sino la posición de fuerza para hacerlos valer. La fuerza es la clave – sostenía -es la llave que puede abrir el candado que tiene la hegemonía sobre el poder. No hay otra clave. No hay otra llave.

Fe es un término cotidiano que las personas asocian directamente al ámbito religioso.  Sin duda, su definición resulta harto compleja. Una de las primeras aproximaciones la encontramos en la Biblia, Hebreos 11:1, «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de los que no se ve». Así las cosas, cuando nos esforzamos por alcanzar una meta digna, estamos ejerciendo la fe, porque demostramos nuestra esperanza en algo que aún no podemos ver.

Pero algo que si estamos viendo, sintiendo y propiciando es esa  determinación hecha fuerza que no se para ante nada ni ante lo que  un régimen forajido pretenda imponer, como lo es esta charada de constituyente.

Necesaria ha de ser la fuerza para tener la firmeza, como necesaria la fe para no doblegarnos ante la adversidad. Indispensable tener fuerza para emprender una y otra vez esta desigual lucha, esa fuerza para superar todos esos atropellos y canalladas del régimen, y  esa fe para mantener la necesaria sensatez ante tantas tropelías.

Fuerza para sobrellevar el dolor de tantos jóvenes caídos y fe para perseverar y lograr sus sueños de libertad.  Fuerza para mantenernos al servicio del amor por nuestros hijos  y  para recuperar el país que se merecen. Y fe  porque creemos que aquello que queremos lograr, cambiar, y reconstruir tiene sentido, como tiene sentido enfrentar  nuestros miedos para  hacerle frente a  la maldad hecha gobierno, esa maldad que no descansa en su afán  de aferrarse al poder.

Ha llegado el momento de amalgamar sólida y correctamente ese imperativo deseo de más del 80% de los venezolanos, que claman, anhelan y aspiran un porvenir más digno y más justo. Ese inmenso porcentaje de venezolanos que se opone rotundamente a esa bellaquería, a punta de fuerza y fe, a esa grotesca y fraudulenta piratería llamada constituyente.

Así las cosas fertilicemos esas semillas de  fe, que regadas con el aliento, el compromiso y  la incansable fuerza de toda una Nación irreductible,  germinarán en el terreno de  la esperanza.




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