Por: Judith Valderrama/Diario de Los Andes

@juditvalderrama

 

“Tenemos casos de tráfico de personas donde se presume que hay una red de  tráfico de órganos. Es decir, personas que están desaparecidas. Tenemos en la curva de la violencia del año 2020 un comparado con el año 2019,  donde alarma el incremento de desapariciones en un 1.800 por ciento, solo en frontera de  Colombia con Venezuela”.

Estas declaraciones corresponden al director de Fundaredes, Javier Tarazona, quien señala que al observar e investigar detrás de las desapariciones en frontera, se consiguen situaciones que deben ser investigadas: “Nos encontramos con patrones que es necesario que revisen, tanto el Estado venezolano como los países de la región. Esta desesperada conducta del venezolano de satisfacer sus necesidades le está llevando a quedar atrapados en medio de redes de tráficos de personas y de tráfico de órganos”.

Tarazona recordó que en el informe anual de 2018, desde Fundaredes alertaron que en la  frontera, frente a la crisis que vive el venezolano se ofertan operaciones, actividades quirúrgicas en espacios que llaman “quirofanitos” ubicados en La Parada (Cúcuta/Colombia), que han terminado siendo unas  grandes estafas que derivan en una red de tráfico de órganos. «Esto lo denunciamos ante el Ministerio Público colombiano y le pedimos a la Fiscalía de la nación, en el Norte de Santander, que se hicieran las búsquedas  de estas clínicas clandestinas que están operando en frontera”.

– ¿Qué tipo de cirugías se ofertan en esos quirofanitos y que pudieran vincularse con el tráfico de órganos? 

Ofertan cirugías para la estética de mujeres y caballeros, colocación de balones y  de reducción de peso.

 – ¿Cómo operan estas organizaciones?

 Lo que Fundaredes ha conocido con los trocheros, caleteros de La Parada, a través de largas entrevistas confirmando las operaciones de grupos armados, es que existen en varios lugares en La  Parada, clínicas clandestinas que conocen como quirofanitos. «Es la información que estamos obteniendo y le hemos pedido al Estado colombiano, desde el año 2018, más de dos años insistiendo, en que investiguen la situación”.

Son diarias las denuncias que recibe Fundaredes en cuanto a desaparición de personas en la zona fronteriza. «Recibimos víctimas que piden denunciar desapariciones, pero diría que ellos representan solo un 5% del problema real. La mayoría de los casos de tráfico de personas están silenciados por completo, porque las consecuencias de denunciar en este país es el miedo como política y esa es una de las razones que lleva a que la ciudadanía no denuncie. «La ciudadanía se desmoviliza a denunciar cualquier hecho”.

Lo de alta mar es antiguo

Javier Tarazona sostiene que la mayor preocupación de Fundaredes es que los índices de desapariciones de  personas en la frontera sur occidente de Venezuela son muy altos. “Pero cuando nos vamos a las costas venezolanas, que son otros estados fronterizos que están viviendo desapariciones, estas noticias no son nuevas. La situación de desaparecidos en alta mar es permanente y la participación de las autoridades trinitarias en el tráfico de personas tiene meses documentándose en este país”.

 Etnias indígenas víctimas

En julio de 2018 hubo un hecho que dejó evidencia del posible tráfico de órganos. En ese momento, FundaRedes denunció ante la Fiscalía la operación de una red que tiene o tenía como radio de acción la zona de frontera y cuyas víctimas serían indígenas Yukpa. “Estarían matando a indígenas para extraer sus órganos en centros clandestinos”, señalaba la denuncia.

Segú Tarazona, la etníaYukpa, que durante varios meses estuvo en el sector de El Escobal, -en calles de la ciudad de Cúcuta-  desapareció del  territorio colombiano. “En esta comunidad indígena algo pasó, ya no están, es algo sorprendente, precisamente nos indican que muchas de estas personas fueron asesinadas para vender sus órganos».

En 2018, Tarazona refirió la apertura de investigaciones, tanto en el Estado venezolano como en el colombiano para  saber qué pasó con ellos en la frontera. «Hemos logrado que nos den detalles de la ubicación de algunas clínicas móviles que se están desarrollando en territorio fronterizo y es urgente esclarecer estos hechos”, dijo en esa oportunidad.

Explicaba lo que sigue señalando en 2020, que detrás de esto estarían grupos irregulares colombianos que han venido sembrando el terror en la frontera, porque allí los estados no hacen presencia ni han velado por la defensa de los ciudadanos que se mueven sobre la zona limítrofe.

Hace dos meses, el 27 de octubre de 2020, el diario El Heraldo de Colombia publicó que las trochas de la frontera eran rutas para el tráfico de órganos humanos.

La aseveración surgió luego que un hombre en La Guajira venezolana dio testimonio del delito, luego de ser rescatado tras  7 días de secuestro.

El hombre habría narrado a voceros militares que salió de  Cabimas (estado Zulia), con la intención de llegar a Colombia, pasando por trochas, pero en el trayecto fue apresado por grupos irregulares que operan en la frontera y que supuestamente se dedican a la trata de personas para vender sus órganos.

En un operativo de autoridades venezolanas a raíz del  testimonio de la víctima, fue detenido Antonio Olivares Navas, quien le habría ofrecido al secuestrado liberado cruzar a Colombia por caminos verdes y luego  lo habría negociado con grupos que presuntamente comercializarían sus órganos. 

El tráfico de órganos en el mundo

  • En cuanto a las zonas donde se realizan estas intervenciones, y de dónde proceden los llamados donantes víctimas, están países de Centroamérica, Sudamérica, Europa del Este y Asia, en especial Filipinas, India, Irán, Irak, China y Pakistán, que se ha llamado el «gran bazar de órganos baratos».
  • En Irán se ofrece de forma legal la venta de riñones. Es el único país del mundo que lo hace. Una fundación gubernamental registra a compradores y vendedores, los empareja y establece un precio fijo de $4,600 por órgano.
  • Los órganos más prominentes que se comercializan de forma ilícita son los riñones, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cada año se venden 10 mil riñones en el mercado negro en todo el mundo, o más de uno por hora.
  • Las personas fallecidas pueden donar, previa declaración en vida,  riñones (2), hígado, pulmones (2), corazón, páncreas e intestinos. En 2014, se añadieron manos y rostros a la lista.
  • Las personas vivas pueden donar un riñón, un pulmón o parte del hígado, páncreas o intestino.

Declaración sobre tráfico de órganos

La Declaración de Estambul sobre el Tráfico de Órganos y el Turismo de Trasplantes  se define como, “la obtención, transporte, transferencia, encubrimiento o recepción de personas vivas o fallecidas o sus órganos mediante una amenaza, uso de la fuerza u otras formas de coacción, secuestro, fraude, engaño o abuso de poder o de posición vulnerable; o la entrega o recepción de pagos o beneficios por parte de un tercero para obtener el traspaso de control sobre el donante potencial, dirigido a la explotación mediante la extracción de órganos para trasplante”

 




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