Parte de la ansiedad que afecta a jóvenes y adultos, en los difíciles años veinte de sus vidas, la observamos con relación al tema de la profesión y empleo. En el mundo profesional actual, tan inestable y cambiante, se espera que parte de las profesiones que hoy atraen a jóvenes y adultos, no existirán en diez o quince años, al menos en el volumen necesario para saciar las demandas de empleo.
A tal amenaza se suma la inestabilidad de los mercados profesionales y los costos crecientes de la educación media, y la superior especializada. Muchos jóvenes y adultos aceptan empleos no deseados, lo menos que queda hacer como solución provisional, mientras esperan a que les lleguen las oportunidades profesionales deseadas, o los empleos “soñados”. Con aumento del desempleo, sueldos bajos, exigencias mayores, y presionantes condiciones en el futuro profesional, adolescentes y adultos jóvenes optan por diversificar la oferta profesional, y entonces escogen hacerse de varias profesiones. Para conseguirlo se capacitan en varios empleos o profesiones menores; a la larga, se convierten en estudiantes que viven la condición -agotadora- del “tiempo completo o total”, con afectación de la familia, porque la remuneración es baja y la motivación no es la mejor.
Esta “salida” al problema del empleo no es la mejor, ni la más segura (estable), y no tiene que molestarnos, porque cada quien busca asegurar sus planes de futuro profesional, y mantener un buen historial de salud emocional. Sin embargo, aun sometidos bajo el pesar de numerosos elementos estresantes, que acosan a una juventud y adultez sacrificada, hay quienes, al decidir estudiar más de una profesión, lo planifican seriamente, con criterios objetivos y funcionales. En un principio, casi todas las personas demuestran una disposición de trabajar con motivación y creativamente, aunque sucede que la mayoría jamás tiene esto claro, y muchos ni lo notan.
Habrá quienes decidan estudiar combinaciones de profesiones muy poco compatibles, tanto en apariencia como en experiencia, tanto en motivación como recursos que deben disponer y las habilidades que deben dominar. Sobre esto, George Bernard Shaw (1856-1950), escritor irlandés, afirmó que: “Sólo triunfa quien se levanta y busca a las circunstancias; y entonces, las crea cuando no las encuentra”.
Es como el caso de graduarse de abogado y biólogo marino. Pronto surgen intromisiones de la gente. Criticarán diciendo: “si asas dos conejos a la vez, alguno se te quemará”. Pero, ya sabemos cómo se entrometen quienes nada aportan. A lo mejor, el intento por graduarse en ambas profesiones lo realiza bien una persona que le busca una salida feliz a su angustiosa situación. Pero como hay tantos dichos y decires no extrañemos que aparezca un “asomado” diciendo que: “el que mucho abarca, poco aprieta”. Expresión parecida a la graciosa “ley” de Murphy, que dice: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Pero, dejemos atrás ya al supuesto, y poco común caso, de la persona que escogió ser abogado y biólogo…
Supimos del extraño y autentico caso de una mujer graduada en meteorología y economía, que, además, destacaba en su comunidad como activa militante feminista. Esta combinación quizás explique por qué, en una entrevista sobre confusión de profesiones u oficios, la dama en cuestión contestó, irónicamente, que ella podía aplicar, prácticamente, la economía con la meteorología cuando se iba a la peluquería. Ejemplificó con lo que llamó ley “meteorológica”. Con algo de humor, comentó que esa “ley” establece que: «En un día corriente de peluquería, la velocidad del viento aumenta, proporcionalmente, con el precio del peinado que una dama se haga«. Bien, amigos lectores, ya conocen una nueva “ley” meteoro-económica, muy lógica pero algo difícil de apoyar. Esta clase de combinación de profesiones permite, cuando menos en los momentos difíciles, llevar la vida con más eficiente planificación económica. En la calle oímos sabios comentarios relacionados: De Francisco Umbral (1935-2007), escritor español, escuchamos que “el talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia”…
“Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”. José Ortega y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista español.