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Los Diablos Danzantes de la cofradía hacen su acto central en Corpus Christi (Foto archivo Dayrí Blanco)

Canoabo es un pueblo de esos que reencuentra a cualquiera con el optimismo. La gentileza de sus habitantes, sus calles tranquilas adornadas con casas que transmiten parte de su historia, y ese sentimiento arraigado de exponer sin cesar sus tradiciones hacen que sus visitantes quieran regresar una y otra vez.

Ubicada en los Valles Altos carabobeños, esta población invita a todos a hacer turismo local con una variedad de opciones a poco más de 50 kilómetros de Valencia.

Es una de las tres parroquias del municipio Bejuma y está cargada de una gran personalidad que combina la alegría de las parrandas, la algarabía que provocan los Diablos Danzantes, el sabor del chocolate que nace del cacao cosechado en sus tierras, la amabilidad de los canoaberos y muchos capítulos de la historia de Venezuela escritos en 187 kilómetros cuadrados.

Ruta turística de Canoabo

Su gente, empeñada en que se conozca todo lo que hay para dar desde Canoabo, ha creado la ruta turística que incluye una variedad de actividades en la que reciben, con mucha emoción y cordialidad, a todo el que llega.

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Las bellezas naturales de Canoabo son innumerables (Foto: Dayrí Blanco)

La idea es promover el intercambio cultural y la conservación de la naturaleza con un recorrido que inicia en la Plaza Bolívar, donde guías de la Asociación de Turismo de Canoabo y de Canoabo Turístico dan la bienvenida narrando parte de la historia de este pueblo que comenzó en 1711.

La visita a la iglesia es una parada obligada. Pequeña pero acogedora, tiene en un lugar especial la imagen de San José, patrono de Canoabo, un reloj de campana que ya tiene 70 años exhibido en una de sus paredes y unas gradas donde se presentan las tradicionales parrandas en diferentes fechas como el 25 de diciembre, y los Diablos Danzantes de la única cofradía del país dirigida por una mujer, hacen su espectáculo el día del Corpus Christi.

El recorrido sigue por la calle Coronel, que antes se llamaba calle Real y era donde vivían los dueños de esclavos, se hacían las ferias y cada casa tenía su palco privado. Ahí también estuvo la primera botica del pueblo.

Uno de los principales atractivos de esa calle es el telégrafo, está en una casa convertida en un museo y que era donde funcionaba el único medio de comunicación que existía antiguamente para que las personas mandaran telegramas y funcionaran las comunicaciones del gobierno. Venezuela se destacaba por tener una de las mejores redes telegráficas del mundo en ese entonces.

También está la casa donde nació Vicente Gerbasi, uno de los escritores más influyentes del país en el siglo XX. El cronista de Canoabo, Francisco Moreno, fue uno de los telegrafistas del municipio y destacó que en esa población, además de su historia, hay montañas majestuosas como Marichal, Las Garcitas, Agua Clara, Quebrada Bonita y muchas otras.

En este pueblo hay una gran variedad de posadas, con diferentes servicios, muchos de ellos de spa y un ambiente de relajación plena que incluye jornadas en el río cristalino de la zona.

Y como Canoabo también es cacao, la visita a la Hacienda San Cayetano está incluida en el plan. Ahí, en un recorrido guiado, se conoce en detalle el proceso de la elaboración del chocolate desde el cultivo de la semilla hasta que se convierte en bombón en un paseo por las hectáreas que en 2004 compró Luis Morales, quien tras 30 años dedicado a la industria del vidrio quiso volver a sus raíces campesinas pero con un valor agregado, y lo logró con Chocolates Valle Canoabo.

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En la Hacienda San Cayetano se puede ver todo el proceso de fabricación del chocolate desde el cultivo (Foto: Dayrí Blanco)

“Nuestros productos son mucho más que una presencia en el anaquel, representamos al pueblo y por eso se hizo esta construcción pensada en su desarrollo, para recibir visitantes”, dijo el director de la empresa, Rodrigo Morales.

“El turismo alienta la economía de los pueblos al ofrecer sus potencialidades, y por eso estamos trabajando aquí en Canoabo”, resaltó el cronista.

Trabas para impulsar el turismo

Desde hace menos de dos años diferentes asociaciones se han creado en Canoabo para promover el turismo. Pero sus esfuerzos se complican como consecuencia de situaciones que escapan de sus manos.

Bejuma es la primera población que se encuentran en los Valles Altos de Carabobo quienes van desde Valencia y sus alrededores. Desde ahí hay que hacer un recorrido de 24 kilómetros que se traducen en un poco más de 40 minutos por el mal estado de la vialidad.

Es una carretera que está enmontada de lado y lado y donde la falta de un programa de bacheo se hace evidente, así como la rehabilitación del alumbrado público.

Consientes de lo que significa tener turistas en su tierra, el presidente de la Fundación Canoabo, Emilio Torrealba, manifestó su preocupación por problemas que afectan directamente a quienes viven en el pueblo y que no contribuye a la promoción de la llegada de visitantes.

El ambulatorio tiene ya más de un año de médicos, que provienen de las rurales de la Universidad de Carabobo y solo cuentan con personal de enfermería que presta servicios de primeros auxilios para los que se deben llevar todos los insumos y medicinas. El otro centro de salud más cercano es el Hospital de Bejuma, pero no hay ambulancias para el traslado de pacientes y el servicio de transporte público es deficiente.

“No hay camioneticas, aquí pedimos cola o nos montamos en un camión de estaca corriendo peligro”.

Canoabo también es parranda. En cada cacerío hay una y ellos están decididos a fortalecer esa tradición cultural, “pero no tenemos apoyo gubernamental de ningún tipo, estamos solos con nuestro esfuerzo”, expresó Sergio Melián, integrante de la agrupación Cardenales de Canoabo, una de las que participará en el encuentro nacional de parrandas que aspiran realizar en el pueblo en 2022.

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Las parrandas son parte de la tradición de Canoabo (Foto: Dayrí Blanco)

Pero estas trabas no los detienen. Los canoaberos no se rinden y con el ímpetu, alegría y optimismo de sus habitantes, sumado a los empresarios que han apostado por el desarrollo agroindustrial de sus tierras, siguen ondeando la bandera del turismo para que todos la vean desde los Valles Altos de Carabobo.




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