Comedor Divina Providencia

Era evidente. Hace cuatro años eran muchos los vecinos de la parroquia San Blas, en Valencia, que habían perdido peso. Se les veía débiles, sin ánimos y con la preocupación reflejada en sus miradas, en su andar cada vez más lento… Estaban desnutridos.

El Padre Nelson Borges sabía que tenía que hacer algo. Ayudar es parte de su misión y se reunió con algunos líderes de la comunidad, con quienes decidieron emprender el Comedor Divina Providencia.

Al principio lo hicieron en la cocina de la parroquia. Un lugar pequeño e incómodo, hasta que lograron trasladar la labor a un espacio más grande en el sector La Michelena, donde con mucho sacrificio y el apoyo de carabobeños, y venezolanos en general que están fuera del país, han logrado mantenerse operativos.

Son 90 las personas que se benefician diariamente con el almuerzo. “Se hizo una encuesta y con eso paliamos un poco sus necesidades, porque quienes cobran salario mínimo o una pensión no les da para alimentarse ni comprar medicinas”.

Las historias de cada uno de los que acude al comedor son conmovedoras. “Todas nos duelen mucho en el alma, ver tantas personas necesitadas es muy difícil”, relató Ana Marat, quien es la coordinadora del lugar.

Ella recuerda con mucho pesar el momento en el que una de las personas que va a buscar su comida todos los días llegó llorando desconsolado. “Su padre de 90 años tiene Alzheimer en etapa bastante avanzada y ya no lo reconoce. Es algo verdaderamente trágico”.

Sin gas no hay comida

La labor del Comedor Divina Providencia ha sido paralizada en varias oportunidades. Esta semana tuvieron que cerrarlo por lo que queda de año por un motivo que escapa de sus manos, que solo pueden resolver las autoridades regionales.

No tienen gas. Por eso decidieron hacer un plato navideño para conmemorar estas fechas, y así darles una última comida en el 2020.

“Queremos llamar atención del gobernador porque hemos tenido muchas dificultades con el tema del gas. Yo sé que todos lo padecemos pero aquí en este comedor, donde se beneficia a tantas personas y tener que cerrarlo por falta de gas, es terrible”, advirtió el padre Borges.

Para él irse por lo que llama “los caminos verdes”, no es opción. “Nos ofrecen a precios que simplemente no podemos pagar y nosotros solo pedimos que nos llenen las bombonas”.

Mucho más que comida

Durante este año lleno de dificultades en el Comedor Divina Providencia no solo se limitaron a preparar los alimentos, sino que fueron mucho más allá.

“Entregamos ropa usada en buen estado y medicinas en las medidas de nuestras posibilidades y las donaciones que hemos recibido”.

Y aunque hay quienes desde Carabobo y fuera del país apoyan con lo que pueden, el llamado es a quienes deseen hacerlo. “Todo suma, todo es válido. Arroz, granos, pasta. Lo que cada quien pueda aportar”.

Es así como desde ese comedor se intenta solventar la severa crisis de alimentación que padece más de 80% de la población del país que depende de sueldo mínimo, para evitar que la desnutrición siga ganado terreno. Y es por eso que quienes forman parte de esta labor en el Comedor Divina Providencia son Gente que suma.




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