No es fácil. Solo quienes a diario recorren las calles de la ciudad sobre una silla de ruedas saben lo complicado que es. Además de que la vialidad no es accesible para ellos, el mal estado en el que se encuentra dificulta aún más su desplazamiento hacia sus actividades cotidianas.
Oswaldo García ya ha mandado a soldar cuatro veces su silla de ruedas. “Se parten porque no estamos exentos de caer en huecos… cuando llueve es peor”. Él a diario sale de su casa, en el sur de Valencia, a vender cigarrillos y así poder mantener a su esposa y su hijo de siete años.
Comprar una silla de ruedas nueva no es una opción válida para él. No cuenta con los recursos porque los precios varían entre 300 y 500 dólares.
Su historia no es inédita. Se calcula que entre 10 % y 12 % de la población en Carabobo tiene alguna discapacidad motora, de acuerdo a los datos de César Heredia, coordinador operativo de la fundación Ruedas de Felicidad, que se ha dedicado a dotar de diferentes implementos para mejorar la movilidad de quienes lo necesitan.
Ha sido un arduo trabajo. Desde 2018 inicio la labor de esta organización en Venezuela que ya ha beneficiado a más de 800 personas. “Nos enfocamos, particularmente, en sectores populares con un equipo social que visita y analiza cada caso y, de acuerdo a nuestras posibilidades, porque los recursos son limitados, hemos realizado diferentes donativos”, explicó el coordinador de la fundación Ruedas de Felicidad en Venezuela, Lucio Herrera Gubaira.
La madre de Libetzaida Soto, sufre de una enfermedad en cerebelo llamada ataxia espinocerebelosa, que es poco conocida y estudiada. Es degenerativa y ataca la movilidad en cuanto a los músculos se refiere. Se apoyaba en una vieja andadera pero ya no puede caminar y su caso fue tomado en cuenta por la fundación que le entregó una silla de ruedas adaptada a su condición.
Por calles aptas para sillas de ruedas
Además de las dificultades para movilizarse de las personas con discapacidad, son pocos los espacios abiertos por el Estado para que puedan desenvolverse en la sociedad de mejor manera.
Es por esto que Ruedas de Felicidad tiene proyectos dirigidos hacia ese norte. “Nuestro fuerte es tratar de obtener recursos de diferentes fuentes para darle a estas personas unas ruedas que les permitan avanzar en la vida, superando adversidades y desarrollándose como personas útiles para su familia y comunidad, que influyan positivamente en su entorno social”.
La idea es apoyar a quienes tienen alguna dificultad motora, particularmente con lesiones en la médula espinal, para que puedan ingresar en un proceso productivo con un trabajo estable.
Ante las limitaciones económicas de la fundación, se han apoyado con otras organizaciones internacionales como Hijos de la Consolación, y otras nacionales como Funcamama. El llamado es a las instituciones no gubernamentales que quieran sumarse a esta iniciativa para que la ayuda sea mayor.
Ruedas de Felicidad nació de la iniciativa del valenciano Vincenzo Piscopo, quien tras sufrir un accidente depende de una silla de ruedas, “y tras superar una profunda depresión, con el apoyo de la familia, decidió ayudar a quienes enfrentan una situación similar”, detalló Herrera Gubaira.
En Valencia ya cuentan con un dispensario, ubicado en Trapichito, donde se atiende las necesidades de lesiones en la piel, como las escaras que se generan por el uso continuado de sillas de ruedas y camas clínicas y se les produce infecciones. En la entrega más reciente de donaciones se benefició a más de 30 personas del sur de la capital carabobeña con sillas de ruedas, muletas, andaderas y otros implementos.
