El artista Oscar Olivares
Foto: olivaresart.com

Desde niño supo que sería diferente al resto. Solo por dos semanas permaneció en el curso de dibujo en el que su madre lo inscribió a los seis años. Él estaba claro, quería pintar, pero a su manera, con su forma particular de ver el mundo a través del arte.

Solo quería expresar sus sentimientos, y fue lo que comenzó a hacer. Plasmando sobre papel lo que más le gustaba y en ese entonces no paraba de hacer caricaturas del hombre araña, su superhéroe favorito y al que le imprimió su sello particular al pintarlo comiendo arepa en la que se convirtió su obra más reconocida en el mundo.

Pasión es la palabra con la que se autodefine. “Eso se ve en mis obras, por eso hay detalles tan pequeños, me apasiona y amo tanto cada trazo que siento que cada uno tiene un significado”.

Fue así, como por su amor al fútbol, comenzó a dibujar sobre ese deporte. Lo hizo con ahínco y dedicación y los resultados de su trabajo llegaron cuando en 2011 lo contrataron en Lavinotinto.com, donde pudo exponer su talento y trascender fronteras para ser reconocido, teniendo apenas 15 años.

“A pesas de la falta de técnica, en el momento era innovador, diferente y único porque nunca se había dibujado sobre el fútbol y por primera vez se vio expresado el amor por ese deporte en dibujos, ilustraciones y caricaturas”.

A partir de ese momento siguió formándose hasta que más adelante decidió dedicarse al arte de manera más independiente y libre y comenzó a dibujar a Venezuela.

El sol es una arepa

Para Olivares, escoger un top tres de las obras que más ha disfrutado hacer, es muy difícil. Pero, sin duda, “son aquellas que se relacionan con el corazón más que con un encargo, en la que no hay ninguna remuneración económica”. Pasado el tiempo, y ya más adulto, ha conectado su trabajo cada vez menos con Venezuela y más con su niño interior.

“Estoy creando un mundo desde cero, conectado con la naturaleza, mis ideales en el que  pudo mostrar a caracas y Venezuela totalmente distintas y únicas, eso me hace muy feliz, sentarme frente a una hoja en blanco y sentir que puedo crear mi propio universo sin tener que regirme por las reglas, sin pensar si le gustará o no a una persona, sin pensar en un cliente ni una empresa, sino simplemente pensando en lo que me hace feliz”.

Esa ha sido parte de su clave: Ser un artista capaz de expresar lo que ama y es para conectar con el público.

La arepa es su comida favorita, por eso no es casualidad que esté representada en el sol en cada una de sus obras. “Busco decir que la luz, el desarrollo y las oportunidades están en aquello que hacemos día a día con nuestras manos, con nuestros dones, talentos y capacidades. Somos creadores de luz, y el éxito está en nuestras manos”.

Tomar a Venezuela como inspiración es, para este artista, crear esperanza frente a la oscuridad o ante a todos los problemas. Es por eso que mientras en 2013 y 2014 todo lo que se hacía respecto a arte nacional estaba relacionado a plasmar lo negativo y la crítica social.

“Entonces empiezo yo a ver que podía mostrar una Venezuela diferente, esperanza, que podía usar el arte para ser motivación, una forma de impactar en el inconsciente colectivo para llevar a la sociedad a cierta evolución mostrando lo que podemos llegar a ser”.

No en vano, sus obras, aunque no sean ambientadas en el país, tiene esa influencia. Tal como ocurrió con una en la que pintó a Londres, y sobre la que en Europa le han peguntado por qué no lo hizo con los colores propios de la ciudad.

“Ahí caí en cuenta que lo hice con un atardecer de Barquisimeto, porque Venezuela es mi cultura, es lo que soy y eso es lo que me hace diferente, más allá de querer pintar como lo hacen los europeos”.

Venezuela: Un sueño posible

Las metas de Olivares ya no son solo personales. Él sueña con ver un desarrollo importante en el arte venezolano, que en 10 a 20 años haya nuevas  generaciones formadas que llenen el país de murales.

“Sueño con ciudades que no solo son hermosas por la naturaleza, sino por el arte. Sueño con seguir representando a nuestro país en el exterior y crear obras impactantes en Venezuela a través de las que en el mundo se hable de nuestro país. Espero seguir construyendo una Venezuela que esté en las manos de los venezolanos”.

Su mensaje es que la gente entienda que se deben enfocar en lo que puedan contar como sus talentos y conocimientos. “Quizás hoy no podemos cambiar la crisis, pero si desarrollamos talentos con preparación y estudios, la historia será otra”.

Academia Olivares

El apagón nacional de marzo de 2019 hizo que este joven de 24 años empezara un nuevo proyecto: la Academia Olivares.

Ya había dado talleres presenciales de dibujo en España y en Caracas, y al ver que se agotaban los cupos en tan solo unas horas, sabía que debía hacer algo más.

Con la crisis eléctrica llegó a la conclusión de que debía hacer algo más grande, “que la única forma de encender una luz verdadera que nadie podía apagar es a través de la formación y el conocimiento”.

Es una escuela 100 % online en la que, más allá de las técnicas de dibujo, se imparten conocimientos sobre cómo generar ingresos con el arte, cómo expresarse artísticamente y cómo llegar a exposiciones internacionales.

“Hemos tenido más de dos mil estudiantes desde mediados de 2019 de 30 países y de toda Venezuela y hemos entregados 120 becas a aspirantes que una vez al año se postulan”.

La magia de la academia es diversa. A Olivares le impresiona gratamente ver a muchos padres apoyan a sus hijos en una carrera como las artes plásticas que antes era subestimada, incluso,  hay personas de más de 70 años que se inscriben para formarse artísticamente, “que persiguen sus sueños porque en la juventud no tuvieron la oportunidad y hoy en día sí”.

Es así como Oscar Olivares es gente que suma, con su manera muy particular de ver el mundo a través del arte.




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