La policía está reforzando la seguridad en las calles de Nairobi a medida que el miedo a la violencia post-electoral se cierne. (EFE)

El Gobierno de Kenia negó hoy que haya manifestaciones con víctimas mortales en diferentes puntos del país, y aseguró que únicamente se han registrado incidentes violentos aislados provocados por criminales, que han recibido una respuesta «apropiada» por parte de la Policía.

El ministro del Interior en funciones, Fred Matiang’i, aseguró en rueda de prensa que todo son rumores y mentiras.

Algunos de los principales barrios de Nairobi e importantes poblaciones, como Kisumu, viven desde anoche violentas protestas en contra de la reelección del presidente Uhuru Kenyyata, en las que han muerto al menos cuatro personas por herida de bala.

Los obispos kenianos

La Conferencia Episcopal de Kenia reclamó hoy a la coalición opositora Súper Alianza Nacional (NASA) que pida «calma y paz» entre sus seguidores para poner fin a los episodios de violencia postelectoral que se viven en diferentes puntos del país.

«Tienen derecho a expresar sus quejas, pero tienen que descargar su indignación de manera pacífica y con responsabilidad», dijo el arzobispo de Mombasa, Martin Kivuba, en una rueda de prensa en la que instó a la oposición a «acudir a los tribunales» para dirimir los problemas derivados de los comicios.

El viernes por la tarde, y previamente al anuncio de la victoria del actual presidente Uhuru Kenyatta por parte de la Comisión Electoral, la NASA aseguró que no aceptaría los resultados de unos comicios que, desde el mismo día de su celebración, ha venido calificando de fraude.

Estas declaraciones, sumadas a la presentación el día anterior de unos resultados alternativos que daban como ganador a su candidato, Raila Odinga, provocaron episodios de violencia en diferentes partes del país, que se han saldado con un balance provisional de al menos cuatro muertos.

Los obispos pidieron también al reelegido Kenyatta que actúe con rapidez para curar y unir a un país dividido, y le instaron a no aislar a ninguna comunidad por su afiliación política.

Asimismo, la Conferencia rogó a los políticos que «sean sensibles y se aseguren de que sus comunicaciones promuevan la unidad, la paz y la reconciliación».

El temor a una escalada de la violencia se debe principalmente a la situación vivida tras las elecciones de 2007, cuando Odinga también rechazó los resultados, lo que derivó en una serie de protestas violentas que acabaron con la vida de 1.100 personas.




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