(Foto Twitter)

El gobierno de Colombia advirtió este viernes a la guerrilla del ELN que no puede cometer más secuestros ni asesinatos en medio de la tregua temporal que declararon las partes involucradas en una negociación de paz en Quito.

El grupo rebelde, que se acogió a su primer alto al fuego bilateral en cinco décadas de lucha armada, admitió el crimen de un gobernador indígena ocurrido el 24 de octubre, mientras el gobierno sugirió que también estaría detrás de secuestros y el desplazamiento de pobladores.

Las acciones constituirían violaciones al cese al fuego que se inició el 1 de octubre y se extenderá hasta el 9 de enero.

«Hechos como el condenable homicidio del gobernador indígena Aulio Isarama Forastero, cuya autoría reconoció el Frente de Guerra Occidental, no se pueden volver a registrar», afirmó el jefe negociador de paz del gobierno, Juan Camilo Restrepo.

Tampoco – advirtió – «casos como el secuestro de Jhon Eriberto Isarama Forastero ni del ciudadano William Balmaceda Neira», liberado por la fuerza pública.
Una misión de verificación conformada por la ONU, la Iglesia católica y las dos partes está analizando los casos en el marco del esquema de paz en Quito, tras lo cual se espera un pronunciamiento sobre el futuro de la tregua.

«Esperamos que la solicitud de perdón, compromiso de verdad y ejercicio de reflexión a los que se comprometió públicamente la mencionada estructura del ELN aseguren la no repetición de este tipo de delitos», insistió Restrepo en una declaración difundida a la prensa.

De momento, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) no ha denunciado en concreto una violación a la tregua del lado de la fuerza pública, pero a inicios de octubre había alertado sobre un «incremento de la presencia militar» en el conflictivo y empobrecido departamento de Chocó (noroeste).

El alto al fuego prevé no solo la suspensión recíproca de acciones de guerra, sino que obliga al ELN a interrumpir secuestros y ataques a la infraestructura petrolera.

En respuesta, el gobierno deberá  mejorar las condiciones carcelarias de los guerrilleros y reforzar la seguridad de los líderes sociales y de derechos humanos, blancos de ataques que han dejado 200 muertos desde enero de 2016, según la Defensoría del Pueblo.

Aunque consideró «satisfactorio» el balance que arroja el primer mes de la tregua, el jefe negociador expresó su preocupación por la violencia en Chocó, donde opera el frente involucrado en las denuncias.

Restrepo retomó una denuncia de Naciones Unidas sobre el desplazamiento de indígenas en esa zona y reiteró su llamado al ELN a que incorporé en la delegación de paz a un representante del Frente de Guerra Occidental.

Con unos 1.500 combatientes, el ELN es la última guerrilla reconocida por el gobierno tras el desarme y transformación en partido político de las FARC.




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