Liseth Martínez brinda alegrías a los pacientes con cáncer
Liseth Martínez, enfermera. Foto: Cortesía

Hay quienes no lo entienden, pero lo agradecen. Están ahí, en sus camas, algunos con dolor, otros esperando que le apliquen el tratamiento que requieren y con el malestar físico y emocional que implica ser un paciente con cáncer. Por eso, cada vez que alguien llega con un gesto de esperanza, ellos sonríen.

Liseth Martínez es una de esas personas que, cada vez que puede, camina por los pasillos del área de oncología pediátrica del Hospital Universitario Ángel Larralde (HUAL). Lo hace cargando con una bolsa de juguetes y peluches que recibe en donación y con un ánimo tan positivo y alegre que contagia a todos.

Ella es enfermera del Hospital Oncológico Miguel Pérez Carreño, ubicado también en Naguanagua, y ahí también entrega obsequios infantiles a adultos que no pueden ocultar su emoción al recibirlos. Los abrazan y se refugian en su dolor en esos juguetes.

Como trabajadora de la salud, desde hace más de 20 años, sabe lo mal que la pasan los pacientes en las instituciones públicas de Carabobo. Se sensibiliza con cada historia y se hace parte de ellas. “Ya uno se convierte en amiga, en parte de la familia. Estamos con ellos en momentos muy difíciles, brindándole apoyo, aliviamos su dolor, hablamos con ellos y los escuchamos”.

Una labor de hormiguita

Ya son cuatro años los que tiene Liseth en esa labor que hace con la ayuda de muchos. “Es un trabajo de hormiguita porque pido colaboraciones a muchas personas. Pego gritos por Twitter y por Facebook cuando se necesita algo urgente para algún enfermo”.

Lo hace porque no solo entrega juguetes, sino medicinas, insumos y todo lo que pueda conseguir. “Veo la necesidad de muchas personas y hay que sumar cada día para ayudar al prójimo. Los buenos somos más y eso es muy bonito llegar a una persona, que se sienta bien porque le tendimos la mano”.

Vecinos, colegas, médicos y amigos la apoyan. Ella se encarga de difundir lo que se requiere en particular y, aunque tenga que buscar las donaciones caminando o sorteando las dificultades del transporte público, trata de conseguir todo.

Un legado para sus hijas

Liseth tiene dos hijas, una de 12 años que aún está en bachillerato pero que suele acompañarla en sus actividades, y otra que siguió sus pasos y es enfermera. “Ella es mi mano derecha”.

Y aunque lo que hace es por iniciativa propia y no ha constituido una fundación, es parte de varias organizaciones que se dedican a ayudar a los demás.

“Participo en varias con las que recogemos alimentos que nos donan y organizamos jornadas de comida en comunidades o que entregamos a personas de la calle o en los hospitales”.

Aunque ella asegura que hay personas dispuestas a colaborar, se requiere que muchas más se sumen. “Ojalá que llueva café”, dijo con ese humor particular que la caracteriza y que la hizo expresar que si fuera presidenta de la república hiciera mucho por los más necesitados.




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