(AFP)

El opositor Juan Guaidó puso en marcha este sábado lo que promete será la escalada definitiva para sacar del poder al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien insistió en un diálogo con mediación internacional para resolver la crisis.

Ante miles de partidarios en Caracas, Guaidó, reconocido como mandatario interino por más de 50 países, echó a andar la «Operación libertad» para articular a sus bases en pro de la caída del líder socialista.

«¡Aquí vamos a seguir! ¡Todos a las calles, a la fase definitiva del cese de la usurpación!», arengó el jefe del Parlamento, de mayoría opositora, desde la plataforma de un camión.

Milicianos a favor del gobierno chavista marcharon en Caracas el 6 de abril de 2019. AFP

Para ello, convocó a una nueva movilización el próximo miércoles destinada a multiplicar un voluntariado que -según dijo- se encargará de organizar y mantener viva la presión en la calle.

Comienza «la escalada de presión más grande que hemos visto en nuestra historia», sostuvo Guaidó, quien invitó a los empleados públicos al Legislativo, este lunes, para que rompan con Maduro.

También anunció un encuentro en Venezuela con «líderes mundiales» para abordar la crisis del país, la peor de su historia moderna, reflejada en escasez de bienes básicos e hiperinflación proyectada por el FMI en 10.000.000% para 2019.

El opositor ha dicho que su ofensiva incluye una marcha hacia el palacio presidencial de Miraflores, en fecha no establecida, pero no ha vuelto a tocar el tema.

Llamado al diálogo

También ante miles de seguidores vestidos de rojo, que se movilizaron a Miraflores contra el «imperialismo», Maduro pidió que se retome una propuesta de diálogo de México y Uruguay para resolver la crisis.

«Venezuela pide apoyo y acompañamiento para un gran diálogo de paz, de entendimiento», afirmó el gobernante, quien reiteradamente se muestra dispuesto a negociar, a lo que Guaidó se niega por considerar que Maduro solo busca ganar tiempo para perpetuarse.

Como contrapartida a los «comandos de ayuda y libertad» (el voluntariado de Guaidó), Maduro llamó a multiplicar las llamadas «cuadrillas de paz», que aglutinan a todas las organizaciones de base, «para la defensa de la patria».

«Deben estar pendientes de los grupos de mercenarios, de violentos, no vamos a permitir la violencia», advirtió.

Las cuadrillas incorporan a los llamados «colectivos», que Guaidó denuncia como «paramilitares y terroristas» que reprimen a la oposición.

Pero Larry Moreno, vendedor de verduras de 65 años, defiende que los chavistas están en legítima «resistencia», y tilda la «operación libertad» de «camuflaje» para una intervención estadounidense.

Una mujer se manifiesta en apoyo de Guaidó con un sobrero hecho de billetes de bolívares en Caracas, el 6 de abril de 2019. AFP

Durante las manifestaciones en Maracaibo fueron detenidos momentáneamente los diputados Renzo Prieto y Nora Bracho.

«La represión (en Maracaibo) fue brutal, desde el helicóptero lanzaron bombas lacrimógenas», aseguró a la AFP la diputada Elimar Díaz.

El propio Guaidó está bajo amenaza de arresto, luego de que el pasado martes la oficialista Asamblea Constituyente lo despojara de su inmunidad y autorizara enjuiciarlo por «usurpar» las funciones de Maduro.

Detener a Guaidó «sería un error muy grave, quizás el último del régimen» de Maduro, alertó el viernes Elliott Abrams, representante especial de Estados Unidos para la crisis venezolana, al canal NTN24.

«La reacción, les aseguro, tenemos planes, y será muy fuerte», añadió Abrams, a quien el número dos del chavismo Diosdado Cabello tildó de «asesino» por su polémico papel en conflictos centroamericanos.

Washington no descarta una acción armada en el país con la mayor reserva petrolera; Guaidó, por su parte, considera pedir al Legislativo que autorice el ingreso de una misión militar extranjera.

«Jugando al desgaste»

Las marchas en la ciudad de Maracaibo, capital del estado petrolero del occidente del país, se dirigían a las empresas de servicios públicos, colapsados como en el resto del país por apagones que se suceden desde el 7 de marzo, afectando el suministro de agua.

«¡Estamos cansados pero tenemos que salir a la calle porque es la única manera de sacar a esta gente!», dijo a la AFP Verony Méndez, de 48 años.

Una mujer que milita a favor de Nicolás Maduro sostiene una pancarta contra el presidente estadounidense Donald Trump, el 6 de abril de 2019, en Caracas. AFP

Mientras Guaidó alienta la presión popular, Estados Unidos sigue asfixiando a Maduro, apoyado por las Fuerzas Armadas y quien desde el 28 de abril enfrentará un embargo petrolero.

La Casa Blanca sancionó a 34 embarcaciones de la estatal Pdvsa y dos compañías que envían crudo venezolano a Cuba.

Además, por pedido estadounidense, el Consejo de Seguridad de la ONU abordará el próximo miércoles la situación humanitaria venezolana.

En su contraofensiva, el chavismo también inhabilitó a Guaidó, a través de la Contraloría, para ejercer cargos públicos durante 15 años.

«El gobierno está jugando al desgaste de Guaidó», señaló a la AFP el analista Luis Salamanca.

Guaidó se juramentó después de que el Legislativo declarara a Maduro «usurpador», alegando que su segundo mandato iniciado el 10 de enero es producto de elecciones fraudulentas.

El heredero del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) cuenta entre sus aliados a Rusia, que el pasado 23 de marzo envió dos aviones con una misión militar.

Guaidó «se puede desgastar porque la realidad venezolana es una suerte de trituradora de líderes», opina Salamanca, quien sin embargo descarta por ahora que el opositor esté «desinflándose». AFP




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