Ya es una imagen habitual. Ver caminar a varias personas, algunas en grupo y otras solas, por el borde de la autopista Sorpresa – Muelles en Puerto Cabello. Las deficiencias con el transporte público son cada vez más acentuadas y ellos no tienen otra opción.
Es un drama cuya “solución” desde la alcaldía fue la construcción de una caminería por la que pasan a toda hora quienes tienen que movilizarse de un extremo a otro de la ciudad para cumplir con sus compromisos laborales o personales.
También se ejecuta la construcción de una pasarela en la entrada de San Estaban urbanización, tras el arrollamiento de un hombre en la zona hace algunos meses.
Pero nada de eso soluciona el problema de fondo y que mantiene las paradas del transporte público repletas de porteños que no hacen su recorrido habitual caminando, y prefieren esperar hasta más de dos horas que pase alguna unidad.
Transporte convertido en chatarra
Cada día hay menos vehículos que prestan el servicio. Los que se ven circulando por las avenidas principales son los que provienen de otras ciudades como Valencia, y en las que se pelean los habitantes de Puerto Cabello por un puesto, sin respetar el distanciamiento social.
Mientras tanto, en las calles internas del municipio son camiones los que ofrecen el traslado de pasajeros en su parte trasera, y ahí tampoco se cumple con las medidas de bioseguridad para prevenir la COVID-19.
Las unidades de transporte público no están transitando por las calles de Puerto Cabello por diversos problemas. Muchas enfrentan la escasez de combustible y otras están convertidas en chatarras y se mantienen estacionadas en el terminal.
Ahí está exhibida una gran cantidad de autobuses de TransCarabobo y TransDrácula que esperan por diversas piezas y repuestos y se mantienen en lo que parece un cementerio de transporte público.
