No me refiero, exclusivamente y ni siquiera principalmente, a la iniciativa de la Asamblea Nacional de declarar el abandono del cargo del señor Maduro. El tema me recuerda, por cierto, cuando se hacen o dicen cosas en las que no se cree, más bien para salvar ciertas apariencias, o para no hacer o decir lo que de verdad se necesita para producir un cambio efectivo. Lo que en lenguaje coloquial se llama “saludo a la bandera”.

abandono es el que sufre Venezuela bajo la egida de la supuesta revolución

La plataforma opositora no quiso pedirle la renuncia a Maduro a comienzos del 2016, y en cambio optó por el laberinto revocatorio que terminó en lo que se sabía iba a terminar: en una burla. Lo de ahorita se me parece mucho.

Pero del abandono que prefiero insistir, es el que sufre Venezuela bajo la egida de la supuesta revolución, que en realidad es una hegemonía despótica y depredadora, con claras connotaciones de delincuencia organizada. Un país más abandonado que éste, difícil. Y no abandonado a la buena de Dios, que ya tendría un potencial.

No. Abandonado a la mala del diablo, o sea en una calle ciega, sin posibilidades reales de encarar la crisis humanitaria, mientras perdure la actual configuración del poder. Que perdurar es lo único que le interesa a la hegemonía, de allí que la patria esté abandonada.
¿La hegemonía se ocupa de la economía? Tan solo para depredarla. Estamos en una crisis humanitaria con el barril de petróleo en más de 40 dólares. Entramos en hiperinflación, la recesión es brutal, la escasez también. La deuda externa es astronómica y sigue creciendo. La economía está abandonada.

Y la seguridad ciudadana también. Más de 20 mil asesinatos al año, nos convierten en una de las naciones más violentas del mundo. El venezolano está en manos del hampa. Tanto del hampa común como la de “cuello rojo”. El venezolano está abandonado en materia de seguridad.

¿Y lo social? Pues no se consiguen medicinas. Los hospitales terminaron de colapsar. Se han ido del país más de 11 mil médicos. La educación pública, en términos concretos, es una entelequia. La mayoría de las llamadas “misiones”, otro tanto. Lo social está abandonado.
Todo lo que costó levantar a Venezuela durante el siglo XX, se ha ido perdiendo en el siglo XXI. Sobre todo por abandono. Incuria. Negligencia. Demagogia. Y una corrupción masiva sin precedentes en el país y quizá en el mundo. De estos abandonos hay que hablar. Y hay que luchar para superarlos.




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