A primeras horas de la mañana del 16 de junio de 2020, hace ya dos años, nos dejó nuestro querido Alfredo Fermín, un destacado periodista margariteño que quiso a Valencia como si fuera su ciudad natal.
Es tan reciente su partida, que quienes le tenían aprecio sienten como si de un momento a otro, los fuera a llamar para hacer algún comentario sobre el acontecer nacional, o simplemente para saludar.
A diario se le apreciaba con su lento andar por las calles de Valencia, buscando un motivo para escribir sobre su amada ciudad. En su columna “Hoy y Después en Valencia” se reflejaron todas esas vivencias transcurridas desde la década de los 70, y que ahora todos los domingos se pueden leer en el portal de El Carabobeño.
El exgobernador de Carabobo, Luis Tomás Izaguirre, lo consideraba un periodista inteligente, valiente e incisivo, pero sobre todo era amigo de los amigos.
Alfredo trabajó en El Carabobeño por casi 50 años, lo que lo hizo merecedor de innumerables reconocimientos tanto municipales como regionales, y hasta recibió el Premio de Periodismo “Monseñor Pellín” que otorga la Conferencia Episcopal Venezolana.
Pero la distinción que más lo emocionó fue el Doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad de Carabobo, a solicitud de la Facultad de Educación. Estaba feliz cuando conoció el veredicto, y disfrutó mucho la ceremonia de entrega realizada en el Teatro Municipal de Valencia, con asistencia de sus familiares y decenas de amigos.
Su devoción por Nuestra Señora del Socorro siempre la puso de manifiesto. Por eso cada domingo o cualquier día de semana, visitaba la capilla de la sagrada imagen en la catedral, para pedir algún favor o simplemente rezar.
El día de sus exequias, el arzobispo de Valencia, monseñor Reinaldo del Prette lo recordó como un hombre de fe.
A Alfredo le gustaba cubrir las actividades de la iglesia católica, al punto que conocía a la perfección todas las ceremonias que contempla la liturgia. Cuando se acercaba la Semana Santa, advertía con tiempo que iba a hacer todos los trabajos que la festividad contempla.
También disfrutaba las tradiciones alrededor de la Cruz de Mayo, que incluyen cantos de galerón propios de su tierra natal. Y por supuesto las festividades por el nacimiento del hijo de Dios el 24 de diciembre.
En mayo pasado amigos, pescadores y familiares le hicieron un homenaje a la orilla de la playa en Margarita, donde cantaron galerón frente a un pendón con su foto y su nombre. También le hicieron un rosario.
En El Carabobeño este destacado periodista nunca será olvidado, porque supo ganarse el cariño de sus compañeros de trabajo.
Dice la canción de Alberto Cortez que “Cuando un amigo se va, queda un tizón encendido, que no se puede apagar
ni con las aguas de un río”. Y este es su caso.
MISA
Para este jueves a las 7:00 am, se tiene prevista una misa de acción de gracias en su honor, en la iglesia San Francisco, frente a la plaza Sucre.
El oficio religioso estará a cargo del padre Miguel Romero.