En nuestro país, desde hace dos décadas, se ha podido evidenciar cierta vocación suicida en sus élites. Dejaron la política exclusivamente a los partidos, y cuando estos empezaron a agrietarse, se pasaron, como simples y meros espectadores, a la acera de enfrente, para criticar de forma desmedida, y de la manera más cómoda, cualquier modesto o ingenuo intento por renovar y hasta oxigenar esas necesarias organizaciones.

Y por otro lado, los partidos, alcanzados por el «Principio de Peter», en su ineludible deterioro, por no renovar sus postulados, como tampoco a sus cuadros dirigentes; por aquello de «la política clientelar», por obviar el manejo de la crisis, anclados en ese argot de «campañas», «comandos», «frentes», «maquinarias», en lugar de analizar, con la inteligencia y la formación que les caracterizan, la disminución de su prestigio y sus niveles de aceptación; y prepararse, mediante el análisis que les arrojaban sus «salas situacionales» o bien, sus «buros políticos», según fuese el caso, a definir estrategias alternativas válidas ante los hechos recurrentes que ya les alcanzaban.

Se carece de una narración articulada, parece que las ideas –cuando aparecen- no importan, pues se desvanecen o cambian continuamente devaluándose. En definitiva, no encontraremos la conclusión de un problema formulada por un planteamiento y deducida de una demostración. Estamos, pues, ante una versión de la “economía de pensamiento” a saber, es: se repiten tópicos y estereotipos, se proyectan clichés y se corean consignas de marketing… “Y va a caer… Maduro renuncia…» Así pues, se trata, de un tipo de construcción mental en que la sentencia precede al juicio; y la solución a la demostración.

En estos tiempos resulta imprescindible, para salir de este régimen, que el estamento político logre cohesionar un discurso que llegue a la ciudadanía en su conjunto y no tan solo a quienes comprendieron hace tiempo la necesidad de cambiar tan desastrosa gestión gubernamental y esta lo haga suyo, de otra manera no hay posibilidad de que las protestas aisladas, o los esporádicos llamados de los dirigentes políticos, logren su objetivo. Se requiere un liderazgo comprometido y activo para que el común de la gente se movilice.

Falta que nuestro liderazgo hable como si esté próximo a ser gobierno o con verdaderas ganas de serlo. Es decir, como quien se siente respaldado por el 85% de los ciudadanos y que nuestro adversario nos superó porque hizo trampas. Consideramos que el factor de convencimiento sería la presencia de líderes a diferentes niveles, que tuvieran unidad de propósito y con un relato que llegue y sobre todo, que emocione y suficiente guáramo que inspirara e hiciera vibrar y creer al incrédulo ciudadano en la posibilidad real de alcanzar un mejor futuro.

Llevamos demasiado tiempo sin referentes políticos de alto nivel, en momentos donde se urge de personas con comprometido sentido de Estado y altura política. Es hora de dejar de lado esa especie de “enterteiment” como puesta en escena de la política, donde se privilegia el espectáculo por encima de las ideas y propuestas, luego la imagen resulta más importante que la sustancia y el carisma prevalece a la capacidad…

El momentum político señala que estos son tiempos propicios para encontrar la debida transformación de desesperanza en indignación…o arrechera ciudadana. Esperar que el costo de la vida o que un evento imprevisto actúen de catalítico disparador es una opción, pero hay el peligro cierto de que el tiempo puede jugar a favor del régimen y éste termine de atornillarse en el coroto. Seguimos siendo optimistas, pero sin duda no percibimos una salida fácil.

Ante a una indignacion que no se canaliza, que no es suficiente, y ante el susurro del aquiescente, tenemos una oposición aún desconectada de la sociedad y más conectada en una especie de circuito cerrado donde tan solo se escucha a sí misma.

Son los precisos momentos de demostrar liderazgo y al mismo tiempo no ser indiferentes frente a los acontecimientos que día tras día nos postergan el porvenir y debilitan esta ineludible lucha por recuperar nuestro país.




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