La victoria política de Maduro y los suyos el 21-N, me produce un gran desconsuelo. Pero no por los resultados, ya predecibles y en gran medida confeccionados, en amplia perspectiva, sino por la reacción de muchos voceros de la jungla opositora.

Maduro consigue prolongar su hegemonía, y en la supuesta acera de enfrente no pocos «analizan» las cosas cómo si se tratara de una elección relativamente convencional.

He leído comentarios que plantean que los referidos resultados son una derrota aplastante para Maduro. No sé si todavía existe el manicomio de Bárbula. De ser así, para allá deberían ir quiénes así mal-razonan.

Las votaciones del 21-N fueron otra estratagema para tratar de legitimar la hegemonía. Les salió redonda. La cuestión de las matemáticas electorales es irrelevante. Lo relevante es que la jaula de Maduro, y sus patronos cubanos, sigue funcionando. Se siguen frotando las manos.

¿Por qué?… Primero que todo porque el decorado de «democracia», sirve de guarimba más o menos presentable, al interior y exterior de Venezuela.

Los llamados «líderes» de la oposición, no motivan al pueblo, es decir, a los que deberían ser sus seguidores. Es más, los llamados «líderes», con escasas excepciones le echan la culpa de sus fracasos al propio pueblo. ¿Qué «líderes son esos»? Nada, personajes mediáticos que bailan al son de encuestas fantasmas. No hay sustancia, no hay principios, no hay fuerza de cambio.

Tampoco faltan los enchufados multicolores. Los
alacranes abiertos o encubiertos. ¡Qué daño le hacen a la causa democrática de Venezuela!

Y también hay que destacar a varios voceros de lo que calificaría como la oposición «no obstante»… Sus valoraciones son concordes con la naturaleza despótica y depredadora del poder establecido. Muy bien. Pero al final de las valoraciones aparece un «no obstante», llamando a votar en la farsa electoral, dizque para fortalecer los factores opositores. Repito, qué gran desconsuelo.

Maduro y su gente se salieron con la suya el 21-N. Eso se sabía. Adjudicaron una que otra gobernación para aparentar. Rosales tendrá muchas características, pero entre ellas no creo que figure la de un opositor frontal.

¿Hasta cuándo vamos a seguir en lo mismo? Nadie lo sabe. Pero la abrumadora mayoría de los venezolanos, dentro y fuera del país, sabe o intuye que ahora es más necesario que nunca un cambio verdadero.




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