Ejecutando la magistral Campaña Admirable, la cual salió el 14 de mayo de 1813 de Cúcuta, al llegar a Mérida, Bolívar fue proclamado el 23 de mayo, por primera vez, Libertador; además, esta prócera ciudad emeritense le entregó 30.000 pesos, 800 caballos, gracias a la patriótica labor del sacerdote Francisco Antonio Uzcátegui Dávila, quien fundía las campanas de las iglesias en su pequeña orfebrería, entrego 16 cañones, ollas y clavos para las herraduras, y, por si fuera poco, Mérida ofreció 500 jóvenes voluntarios a las órdenes del valeroso comandante (español) Vicente Campo Elías; entre esos imberbes soldados se encontraba Gabriel Picón González de catorce años y sus dos hermanos, Francisco y Jaime, también menores.

El bautizo de sangre lo tuvieron en la batalla de Los Horcones, cerca de Barquisimeto, el 22 de julio de 1813, a las órdenes del impertérrito caraqueño, el coronel José Félix Ribas, contra el jefe realista Francisco Oberto.

En esta acción bélica, el subteniente Gabriel Picón, cuñado de Campo Elías, resultó gravemente herido al recibir en la pierna derecha múltiples heridas al tratar de capturar un cañón de la fuerza opositora, gravedad que le hizo perder la pierna; fue atendido en el Hospital de Sangre de San Carlos.

El Libertador se encontraba en Araure el 25 de julio cuando supo la noticia, inmediatamente le escribió al padre del niño, el coronel y amigo Antonio Rodríguez Picón, su amigo y compañero en la lucha emancipadora, entre otras cosas le dijo:

“Y tú, padre, que exhalas suspiros Al perder el objeto más tierno Interrumpe tu llanto, y recuerda que el amor a la Patria es primero”.

El ilustre coronel Rodríguez en agosto le contestó a Bolívar:

“… Yo no lloraré una muerte que ha contribuido a la libertad de Venezuela; y ojalá que la sangre del joven militar derramada, pero no perdida en la campaña, aliente a sus hermanos, marchar sobre sus huellas en el campo del honor”.

El joven mutilado se trasladó a Valencia y a pesar de su impedimento, pudo apoyar al siempre leal general Rafael Urdaneta durante el terrible cerco que sufrió la ciudad en manos del general realista José Ceballos entre el 29 de marzo y el 4 de abril de 1814, donde 3.500 opresores trataron en vano la rendición de 280 valerosos soldados, que cuidaban a la población y la munición del Ejército.

Picón también se destacó como uno de los defensores de Cartagena de Indias, “La Heroica”, asediada por el general español Pablo Morillo durante ciento dieciséis días a finales de 1815. Después de la Batalla de Carabobo, Gabriel Picón regresó a Mérida y obtuvo el titulo de Abogado. En 1831 representó a Mérida en el Primer Congreso Constitucional de Venezuela reunido en Valencia en la Casa de la Estrella.

En 1840 fue designado gobernador de Mérida y le cupo el honor de erigir en dicha ciudad, el año 1842, el Primer Monumento erigido en Venezuela al Libertador, conocido como Columna Bolívar, columna ática que aún permanece en esa tierra merideña. El 24 de enero de 1848, como Senador por su región andina, estuvo presente durante el asalto al Congreso Nacional, con saldo lamentable de muertos y heridos. Picón murió en su terruño natal a los sesenta y seis años de edad (1866), dejó una honorable familia, heredera de sus glorias y continuadora de sus virtudes ciudadanas. Es un fiel representante del heroísmo y desprendimiento del niño venezolano, presente en muchas acciones militares, en ocasiones luchando y en otras cumpliendo actividades logísticas; verbigracia el niño de doce años Francisco Robles, de Tocuyito, quien con otros jóvenes, con lágrimas en los ojos, enterraron los cadáveres de los patriotas en el glorioso Campo de Carabobo, luego de la grandiosa batalla dirigida por nuestro Libertador el 24 de junio de 1821.

Parece mentira que en Venezuela no exista un monumento al “Niño Héroe”.

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