Venezuela para materializar su aspiración emancipadora, contó con la valiosa participación de hijos de otras tierras; ellos estuvieron presentes sacrificando sus vidas e intereses en los movimientos precursores y en la lucha redentora. Italia aportó más de cuarenta esforzados civiles y militares. Representando a este valioso grupo que ocupan un sitial en la páginas de la historia mencionaremos a: los generales Agustín Codazzi, destacado geógrafo y Carlos Luís Castelli, veterano soldado en la lucha emancipadora, cuatro veces ministro de la defensa, ambos se encuentran en el Panteón Nacional. Destacaron igualmente; capitán de navío Sebastián Boguier, coroneles Luís Santelli primer oficial exitoso en la Campaña de Coro en 1810 y Gaetano Cestari, tenientes coroneles Lanzarini, Passoni, Erzolani, mayor Perego, capitanes Ferraro, Fuenticelli, Montebruni; Baroni, Palaviccini y Giacosa y el teniente Sabino quien ofrendó su vida en la Casa Fuerte de Barcelona.

La obra escultórica sobre el Libertador en el Panteón Nacional es de Pietro Tenerani y la réplica de la fabulosa estatua ecuestre del Padre de la Patria ubicada en la Plaza Bolívar de Caracas es de Adamo Tadolini. El primer monumento en el Inmortal Campo de Carabobo, la Columna Ática construida en 1901 en el mismo sitio donde actualmente se encuentra el Arco de Triunfo desde 1921, lo realizó el conocido escultor Julio Roversi, quien por cierto trajo la primera bicicleta a Venezuela.

En esta ocasión nos referiremos a Tomás Molini, el fiel secretario y hombre de confianza de Miranda en las buenas y en las malas; lo conoce en Londres en 1805, encargándose de la coordinación del viaje que salió de Londres el 2 de septiembre de 1805 hacia Nuevas York para iniciar el 2 de febrero del siguiente año su expedición sobre Venezuela, realizando escala en Haití. Luego de la fallida incursión sobre Ocumare de la Costa, el 28 de abril, llega con Miranda a Trinidad. Participa en los preparativos de la expedición sobre la Vela de Coro el 3 de agosto de 1806, es firmante como secretario del Precursor de la Proclama leída y colocada por él con tachuelas en las puertas de las iglesias y en varios sitios públicos de Coro con la denominación de “Proclamación de Don Francisco de Miranda, Comandante General del Ejército Colombiano, a los pueblos habitantes del Continente Américo Colombiano”

Regresaron el 31 de diciembre a Londres vía Trinidad. Acompaña a Miranda en su viaje a Venezuela que zarpa en el navío “Avon” el 10 de octubre para llegar a La Guaira el 10 de diciembre de ese memorable año. En junio de 1812 Molini es enviado a Inglaterra llevando documentos confidenciales solicitando apoyo, el cual no pudo concretarse. Molini informaba en Londres el no cumplimiento de la capitulación por parte de Monteverde, y solicitaba la solidaridad para que intercedieran por la liberación del “mas universal de los venezolanos”.

El eficiente secretario permaneció alojado un tiempo en la residencia del Precursor. Al conocer la muerte de Miranda, se preocupó en informar a los familiares y allegados la infausta noticia. Este noble servidor ayudó financieramente a la viuda Sara Andrews en la manutención de los pequeños hijos Francisco y Leandro. Al mantener correspondencias con el Libertador, le recomienda las atenciones a Leandro y Francisco, quienes deseaban conocerlo y tenían previsto viajar a Bogotá en 1823. Estos jóvenes le ofrecen a Bolívar en venta los valiosos documentos de su padre; Sucre recibe la instrucción de adquirirlas para Bolivia, pero por falta de recursos no pudo realizarse la negociación. La venta se concretaría en 1927 cuando el presidente Gómez ordena el pago de tres mil libras esterlinas para adquirir los sesenta y tres volúmenes de la Colombeia.

Otra importante actividad poco conocida o difundida de Tomás Molini, cumpliendo la voluntad testamentaria de Miranda escrita en Londres en 1805 antes de salir hacia Nueva York, fue la de coordinar con la Universidad de Caracas la entrega de los “clásicos griegos” de su famosa biblioteca, con la cláusula “Siempre que se haga independiente”.

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