Ante la escasez de gas en San Diego, habitantes recurren a la leña para cocinar
Foto: Dayrí Blanco

El ingenio se puso de manifiesto una vez más. Alonso Montero lo ha confirmado. Él vive en la zona norte de San Diego, donde desde hace más de ocho meses que no llega gas y tuvo que construir un horno a la leña para poder comer junto a su familia.

Pero eso no es todo. Él camina por Las Josefinas II, sector donde vive, hasta tres kilómetros cada dos días, junto a su hijo de 11 años para cortar leña.

Se trata de lo que él mismo califica como una odisea que comenzó hace más de ocho meses cuando se quedaron sin gas en la comunidad, situación que persiste pese a que en mayo de 2020 pagaron a los representantes del CLAP para un nuevo abastecimiento que no ha ocurrido.

Todo esto sucede aunque desde la gobernación de Carabobo comenzó el despliegue del denominado “plan cayapa”, con el que la administración de Rafael Lacava pretende resolver esta crisis que no para de agudizarse.

Para esta, y las más de mil 600 familias afectadas en esta zona del municipio, resulta toda una logística. “En las mañanas hacemos el desayuno y el almuerzo, y en la tarde lo prendemos nuevamente para hacer la cena”.

Montero tiene 59 años y no le parece justo tener que enfrentar este drama. “Volvimos a la época de mi papá. Cada vez que llego de cortar leña la tengo que resguardarla bajo techo porque si se moja o humedece no sirve”.

Cortadores y vendedores de leña

No es raro ver en San Diego puestos improvisados de venta de leña. Tampoco son nuevos. Surgieron hace dos años cuando comenzó la crisis con el suministro de gas. Luis Herrera incluyó ese producto en su negocio y tiene un proveedor que se encarga de conseguirla y él simplemente la revende.

Pero debe sortear algunos inconvenientes derivados de la economía distorsionada del país. “Quien la busca no tiene cuenta bancaria y debo pagarle en dólares o bolívares en efectivo, eso me compromete a mí a venderla en divisas o a una tasa de cambio algo superior para poder cubrir el pago”.

Él trata de tener leña de calidad y que sea buen combustible como pata ratón, samán o guasimote. El precio varía de acuerdo a sus características. “Depende del tamaño de las astillas, el amarre debe tener 13 astillas si son gruesas o 15 o 16 si son delgadas, se vende en dos dólares cada lote y el comprador elige la que le guste”.




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